El pueblo pesquero de San Andrés sigue sin sacarle partido a una de las actuaciones urbanísticas más importantes de las últimas décadas, que imprimía a sus calles un espíritu de peatonalización.

El conocido como Plan Urban nunca se ha puesto en marcha, ya que el estacionamiento sistemático de vehículos en sus calles y por cualquier rincón, oculta y ahoga la verdadera belleza de uno de los pueblos más significativos de la ciudad.

Una parte del vecindario y de los comercios muestran su descontento por el incumplimiento sistemático de las señales de prohibición y limitación aparcamiento, una práctica muy extendida que también afecta a los accesos a los domicilios.

Este pueblo tiene rincones muy singulares, que en muchas ocasiones pasan desapercibidos para el turismo o los visitantes, porque, simplemente, están ocultos detrás de infinidad de coches estacionados indiscriminadamente.

Así, se ven afectadas las plazas en las que juegan los niños e incluso las zonas ajardinadas o los negocios, cuyas terrazas tienen como telón de fondo el tráfico y los estacionamientos.

En San Andrés se ha llegado a plantear un referéndum para prohibir esta práctica, pero lo que salta a la luz es que la responsabilidad es tanto del ayuntamiento, que no ha hecho un seguimiento del plan, como de aquellos vecinos a los que su espíritu les ha importado poco.