Dos años después de la muerte del director-fundador de la Ni Fú-Ni Fá y padre de las murgas de Canarias, Enrique González Bethencourt, el 13 de mayo de 2010, la afilarmónica se enfrenta a un futuro incierto después de la asamblea general del pasado viernes, cuando dimitieron el presidente de la sociedad, Eliseo Carrillo, y el director de la murga, Ulises Noda.

El presidente argumentó su decisión en problemas personales y familiares que requieren su plena dedicación, según hizo constar en la carta que leyó. También se hizo público el escrito que remitió Ulises Noda, el 1 de febrero, en el que comunica su dimisión como vicepresidente y la renuncia al cargo de director, por motivos personales. Tan personales, como las diferencias con la directiva.

Las dos dimisiones se comunicaron al cierre de una asamblea telegráfica: lectura y aprobación del acta de la asamblea anterior, dación de cuentas -avaladas por una buena gestión- e información de las novedades en ruegos y preguntas.

Sin embargo, no se leyó la carta -de cinco folios- que remitió el que durante 37 años fue componente de la Ni Fú-Ni Fá y secretario en las últimas treinta ediciones, Sergio Hernández de León, quien abandonó el grupo el pasado 20 de noviembre. Bastó el rechazo del socio-propietario Antonio Valladares, que restó importancia al escrito del que fue su profesor en Los Escolapios. Y la carta decidió adjuntarse al acta de la sesión.

Consumadas las dimisiones, el presidente, ya en funciones, convocó a su directiva para el próximo jueves, para fijar el calendario que, en el máximo de 30 días, obliga a celebrar la elección del sucesor.

Eliseo Carrillo cumplió este año 28 ediciones como componente y directivo, pues desde su llegada estuvo en la directiva, primero de tesorero y luego como vicepresidente, hasta que hace 16 años sustituyó en la presidencia a su fallecido hermano, Roberto Carrillo. Hace un año, Ni Fú-Ni Fá celebró las últimas elecciones. Ya en aquella oportunidad se convocaron hasta tres procesos electorales porque no se presentaron candidaturas, hasta que en la última accedió Eliseo Carrillo, con Ulises Noda como su número dos, a dirigir la institución.

Noda se inició en las murgas con 11 años, en la infantil Los Rebeldes, donde permaneció cuatro ediciones, y comenzó su trayectoria en la Fufa en 1981 hasta 1990, para retornar en 2003, animado por su hijo Rubén -que un día preguntó, ¿tú has estado en murgas? ¿Y por qué no vuelves?-, para seguir hasta el viernes, donde decepción pudo más que ilusión. El desgaste y los contratiempos han sido tales que, aunque la vigencia del mandato era de cuatro años, Carrillo dimitió cuando le quedaban tres.

A la asamblea del viernes asistieron unos 40 socios. Allí estaba Elena González, hija de Enrique González, quien ha capitalizado el protagonismo de su padre tanto en el año del Carnaval dedicado al maestro -2011- como en calidad de jurado por ser "hija de". Ella es la única mujer socia de la murga. Se da la circunstancia de que la afilarmónica combina una treintena de socios propietarios, que son aquellos con derecho a voto y, por ende, a aspirar a la presidencia, con socios de número, caso de componentes, con voz, pero sin voto. Además, hace unos 15 años que no se admiten nuevos socios propietarios. De los casi 40 asistentes en la asamblea del viernes, casi la mitad tenía derecho a voto. Entre ellos, la propia Elena González, socia, pero no propietaria, lo que le impedirá aspirar a la presidencia, aunque no a continuar retirando de la sociedad lo que considera que es de su padre. Fue el propio Enrique González Bethencourt quien desde el año 2001 inició la búsqueda de su sucesor al frente de la murga que, si bien no es la única actividad que se desarrolla en la sociedad, sí es la que tiene mayor repercursión. Y proyección, lo que se ha reprochado a más de uno en la sociedad.

Aunque el letrista de Mamelucos Manolo Peña era el eterno candidato del maestro para la sucesión, nunca lo pudo convencer. Así, Enrique González primero confiaría la sucesión a Pedro Mengíbar, quien en 2001 llegó -por segunda vez, antes había colaborado- y hasta el maestro le entregó la batuta como testigo. Mengíbar no llegó a culminar su cuarto carnaval en la murga, trabajo del que se encargó Víctor "el Gallo". Lo sucedería los dos siguientes años Lorenzo Marichal, a quien se le invitó a salir de la sociedad cuando estuvo a punto de abrir un cisma: el enfrentamiento de la propia familia de Enrique González -a quien había deslumbrado- con el grupo murga y también con la directiva; esta última en su siempre difícil papel de servir de "bisagra" entre murga y familia González Bethencourt, en especial en los últimos dos años, después el fallecimiento del maestro.

Tras Marichal continuó Martín Delgado, dos años, hasta que hace tres carnavales Ulises Noda, el componente favorito del maestro, por fin accedió a la petición del maestro y acabó de director por un "empujón" del propio Enrique. Con la muerte del padre de las murgas, tanto Ulises Noda como Eliseo Carrillo afrontaron la transición con un objetivo: que el pueblo de Santa Cruz se volviera a identificar con la murga. Sin embargo, la directiva, el director de la murga y el propio grupo no han terminado de avanzar en la misma "dirección", tal vez porque han primado el ansia de protagonismo y la falta de hacer grupo.

A partir del jueves, la Fufa se enfrenta a 30 días que culminarán con una elección clave de presidente, pues está juego la desaparición de la primera institución murguera del nuevo Carnaval.