ME CONFIESO creyente en la fe de Cristo, y como tal quiero hoy rendir homenaje a las iglesias, parroquias y demás centros eclesiásticos que yo recuerdo de mi amado Santa Cruz. La primera será la parroquia de San Francisco de Asís, situada en la calle de San Francisco su fachada, y una entrada lateral en la calle de Villalba Hervás. En esta parroquia fui bautizado el 19 de marzo de 1930 por el párroco de grato recuerdo don Juan Batista Fuentes. En el mismo templo, años después, fui confirmado en la fe de Cristo por el Excmo. y Rvdo. obispo de la Diócesis Nivariense fray Albino González Menéndez-Reigada, de la Orden Dominica. El padrino lo fue el mismo sacerdote que me bautizó, don Juan Batista Fuentes. Don Juan, aparte de párroco, era arcipreste del Distrito y habitaba en una casita terrera de la calle San José, y, como ya dije, cada día de San Juan Bautista le visitaba y él me regalaba una moneda de plata. De esta parroquia sale cada Martes Santo en procesión la imagen del Cristo de las Tribulaciones, en memoria de la epidemia de cólera que azotó la capital, en especial el barrio de El Toscal.

Seguimos con la iglesia del Pilar (creo que hoy ya es parroquia), en la que recibí la Primera Comunión en 1937 y en cuyo colegio estudié mis primeras letras. De allí pasé al Colegio Alemán para retornar al colegio de mis inicios y dar el salto al instituto de la plaza de Ireneo González. De esta iglesia guardo muchos recuerdos y del colegio también. Paso a enumerar a varios sacerdotes: padre Cerezo, padre Serafín del Río, padre Carillo, padre Julio y, sobre todo, mi maestro, el padre Primitivo Millán, con el que sostuve una amistad vitalicia. Era burgalés y una gran persona. Nos carteábamos, y a mi regreso a Salamanca, en junio de 1948, le visité en su residencia de Plasencia (Cáceres). En 1973 le visité en la parroquia del Carmen (Málaga); más tarde pasó a Granada, pero antes le volvería a visitar en esta bella ciudad mediterránea. Falleció tiempo más tarde y yo le dediqué un artículo en EL DÍA. Antes de su óbito me visitó en mi residencia de Los Cristianos. Cuando escribí mi novela "Madrid, magia y duende" lo ubiqué en los personajes del libro para perpetuar su grata memoria.

Pasemos ya a la parroquia de San José. Por los años cuarenta un sacerdote, don Carlos González Estarriol, tuvo la feliz idea de construir una parroquia al final de la calle de Méndez Núñez. No pudo verla terminada, pues falleció antes y se quedó en la cripta, en la que ya se celebran actos litúrgicos. Falleció de una forma estúpida. Acostumbraba a desayunar con frutas y la pipa de un durazno desvió su camino y se quedó enclavada en el fondo de su faringe. Un especialista trató de hacer la extracción, pero, lejos de ser extraída, siguió su fatídico camino hasta el pulmón. Yo presencié su óbito en unión de otros muchachos que formábamos parte de la Juventud Católica San José. Recordar que don Carlos fue uno de mis profesores de Religión en el instituto. Recuerdo que, al momento de morir, su anciana madre dijo: "Señor, tú me lo diste, tú me lo quitaste". Y cómo no recordar al Pbo. don Jesús Cabrera Medina, otro de mis profesores de Religión en el instituto. Este fue el párroco que sustituyó al bueno de don Carlos y pudo ver terminada la parroquia de San José. Rememorar que con don Jesús participé en un viaje a Bélgica, Francia y Alemania. Y grato su recuerdo.

Y ahora seguimos con la parroquia matriz de la Concepción, y que figurará en la portada de mi futuro libro dedicado a mi amado Santa Cruz. Otra de las parroquias de la era moderna es la del Sagrado Corazón de Jesús, en la calle Enrique Wolfson con la confluencia de Horacio Nelson. En este sagrado recinto se oficiaron las honras fúnebres al fallecimiento de mi santa madre, en 1982, y del menor de mis hermanos, en 1994.

Otras iglesias tenemos en la Cruz del Señor. La capilla de la Orden Tercera Franciscana, en Villalba Hervás, colindante con la de San Francisco. También tenemos la capilla de las Siervas de María, en la calle de Viera y Clavijo, y la del Hospital Civil (me refiero al antiguo). Otra ermita es la de San Sebastián, aledaña en la calle de su nombre. De la Concepción recordar los ejercicios espirituales que debíamos seguir durante nuestro Bachillerato y las Santas Misiones en el mismo lugar. En estas recuerdo al padre Arriola. Según escribí en mi artículo en tres entregas publicado en EL DÍA, su oratoria era "flamígera como la espada de un arcángel". Cosas de Santa Cruz.