Hace 60 años no era tan común como ahora nacer en el hospital. Y si no que se lo digan a Mercedes Díaz Ángel, de 59 años, que nació en casa de sus abuelos, "que trabajaban en una finca de medianeros, en Tahodio".

Fue la primera de tres hermanas y la única ayuda que tuvo en su nacimiento fue la de una partera. "Era una señora que se dedicaba a ayudar a los animales, a las cabras, cuando no podían parir". También servía para ayudar a nacer a las mujeres y muchas de las residentes en Tahodio entonces tuvieron a estas "señoras amañadas, sin estudios" como única asistencia. "Así tuvo mi madre dos partos", explica Mercedes. La más pequeña de sus hermanas nació en una clínica.

Desde ese 24 de septiembre de 1951 Mercedes ha vivido en el santacrucero barrio de Tahodio, con vistas a un barranco que les ha dado más de un susto, el más reciente en febrero del año pasado.

La historia de su familia está ligada a este espacio protegido. "Mi madre era lechera. Bajaba por la atarjea de la charca y salía en el barrio de La Alegría. Con una cesta y la leche en la cabeza".

A pesar del tiempo que ha pasado desde entonces y de los oficios, como el de lechera, perdidos,. Mercedes cree que Tahodio "no ha cambiado mucho" en todos estos años. "Si llueve no te puedes mover de tu casa", igual que ocurría hace años. Hoy sí cuentan con suministro eléctrico, una novedad de hace sólo "30 años". La luz vino a sustituir a las velas, y el gas a las cocinas de leña.

Los transportes mejoraron y Tahodio dejó de ser un lugar donde se plantaban papas, millo, trigo... "Todavía hoy hay gente que planta, pero no viven de eso", explica Mercedes.

Ahora hay agua corriente en todas las viviendas, pero cuando Mercedes era adolescente el agua había que cargarla desde el chorro a las casas. Ella llevaba dos bidones de 25 litros cada uno.

Recuerda, además, que de niña bajaba desde Tahodio al colegio de la calle de La Rosa a diario y que, a veces llegaba llena de barro. Y unas cholas plásticas, que entonces era el calzado que había, que ponían a las niñas con calcetines. "El plástico cedía, la chola se te daba la vuelta..." Desde entonces, Mercedes no ha vuelto a utilizar nunca una chola de plástico, tal fue la manía que les cogió.

Lo que sí le gustaba, y mucho, eran los tacones. Tanto que hasta iba a cuidar cabras con sus tacones que, a veces, se le clavaban en el barro. "Lo que me costaba sacar el zapato...", comenta.

A pesar de estas pequeñas incomodidades, Mercedes asegura que se lo pasó "muy bien" en su infancia y juventud en Tahodio. "En Navidades, con unas cucharitas y un tenedor cantábamos, jugábamos con mis padres..." Los Reyes Magos no se olvidaban nunca de pasar por casa de esta familia y las niñas solían recibir una cocinita, unos calderitos o una muñeca de cartón. "Tenías que tener cuidado de que no se te mojara, porque si no le salía una verruga", se ríe.

Mercedes se casó en Tahodio, arrastrando un velo blanco por el barrio, tuvo cuatro hijos y todos ellos residen en la zona. Lleva toda la vida en Tahodio, un área tranquila en medio de la naturaleza, aunque a veces azotada por las inclemencias meteorológicas.