La de Miguel Ángel González es una historia dura, tanto como que con absoluta frialdad anuncia al periodista: "Si no me dejan trabajar, me quito la vida", y ha puesto incluso un límite en esta macabra medida: hoy, 3 de mayo, domingo y Día de la Madre.

Miguel Ángel explica: "Nací en Güímar hace 45 años el próximo mes de julio. Trabajé en distintas empresas antes de dedicarme 11 años a ser profesional del taxi en Santa Cruz. Me gustaría hablar con el alcalde, Miguel Zerolo, y el nuevo concejal Ignacio González para explicarles lo que me ha pasado".

Miguel no tiene "ni un euro. En noviembre del año pasado me fui a mi pueblo a vivir con mis padres porque estaba cansado del taxi. Pero me peleé con ellos y desde hace unos dos meses me he quedado viviendo en la calle. Primero en la zona de Tomé Cano, a la intemperie, con toda clase de peligros y mucho frío. Ahora duermo en un coche que me ha prestado un amigo y me paso el día aquí (un bar cercano al puente Zurita) porque me ayudan con algo de comida. Yo no pido limosna".

Con cierta amargura, nuestro protagonista, separado y sin hijos, explica: "Trabajaba todo el día como asalariado y tenía que pagar el mantenimiento del taxi. La última carrera que hice fue con cuatro personas de aspecto sudamericano a las que recogí de madrugada un domingo. Tenían un carrito y cuando fui a ayudarles a bajarlo del vehículo aprovecharon el descuido para quitarme los 465 euros que tenía".

Recuerda, quien se considera taxista y muestra su licencia, que "el dueño me acusó de robarle y dejar el taxi en estado lamentable y no es verdad. Pero a partir de ahí corrió el bulo y me juzgaron sin dejarme defender. Me colgaron el sambenito y, aunque hay trabajo, a mí no me lo dan. Puede que haya debido alguna vez 40 ó 50 euros para poder comer, pero desde luego que no soy un ladrón".

Miguel insiste: "No tengo ningún recurso, mi única propiedad es el móvil y lo que llevo puesto. Hace dos meses que no me baño y me aseo donde puedo, en los lavabos de los bares. Perdí el paro cuando apenas había cobrado un par de veces la prestación de 350 euros por un supuesto embargo que no sé de donde viene ni me explican en la oficina del INEM, donde me trataron como a un perro, igual que en algunos otros sitios me han humillado sin consideración".

Los problemas de salud, sobre todo en los pies, que le duelen "cada vez más", acucian a Miguel, quien tiene familia, pero de ella no quiere ni hablar. "Sólo pido trabajo, nunca he tenido un accidente ni me han multado, pero no me dejan trabajar porque en el taxi hay mafia. No quiero un trato de favor sino sólo un trabajo para poder ganarme la vida honradamente", reitera.