No fue un paso atrás. Quizás al costado. La representación del ataque en 1553 del pirata François LeClerc, "Pata de Palo", a Santa Cruz de La Palma no tuvo la misma frescura ni intensidad de 2016, cuando tocó el "cielo", pero a la vez sería injusto cuestionar a un grupo de jóvenes capaces de meter a cientos de espectadores, mejor decir algunos miles, en un evento que desde el punto de vista organizativo se ha desbordado. Cuando se da todo no hay nada que discutir.

El desembarco tuvo lugar en el Barco de la Virgen. Comenzó con más de media hora de retraso, pero la puesta en escena fue bastante solvente. Buena interpretación con Jacques de Sores dirigiendo el ataque. Acabaron dando muerte a un monje. Tenía cara de bueno, pero los corsarios no perdonan. Los "guionistas" respetaron la historia.

La lucha se trasladó entonces a San Francisco. Hasta allí cargaron al monje muerto. Los organizadores tienen un problema: no siempre tienen los mismos "actores", dependen de las circunstancias de cada joven, de cada amigo, en cada momento, y a algunos, para qué mentir, cuesta reemplazarlos.

El Licenciado Arguijo de 2016 era despistado y miedoso por naturaleza. Lo llevaba en la sangre. Y la mujer del regidor era la "bomba". A los nuevos les costó. No son peores, ¡no es eso!, pero sí tienen cualidades diferentes. Baltasar Martín, siempre genial, rechazó la rendición ante los corsarios y el hombre que vino "de Garafía" asumió desde aquel momento el mando de los más duros. No eran muchos, pero sí valientes. Fue un acto confeccionado y llevado a efecto de forma correcta, aunque faltó un poco de chispa. Lineal.

Tras el encuentro en La Placeta, allí ya no cabía la gente y era complejo para el cronista trabajar, justo cuando piratas y campesinos más cerca estuvieron, la representación se trasladó a la plaza de España. Demasiado parón entre acto y acto. Te cansas de esperar. ¿Pero saben?, frente a la iglesia de El Salvador la puesta en escena recuperó todo su esplendor. Geniales las danzas y maravillosa la interpretación del pastor más orgulloso. ¡Oiga!, aplomo de artista. Desde la cara y los gestos hasta la forma de pronunciar. Mató al primo de LeClerc como si fuera cierto que lo odiara.

La representación acabó en La Pérgola, en mitad de la calle Real, donde los chicos de "Pata de Palo" acabaron por huir... Los esperamos en 2018.