Calcinas mira desde arriba el casco histórico de Santa Cruz de La Palma. No es un barrio periférico, pero tampoco vive en el corazón de la ciudad. Se articula en calles empinadas, atravesadas por una carretera. Es un núcleo con sabor propio, tradicional, pero que necesita cariño. Una vuelta por sus entrañas resulta suficiente para observar el estado de abandono y deterioro que sufren sus instalaciones, la desidia en el cuidado de sus vías, una situación que la propia asociación de vecinos, que preside Fernando Castillo Méndez, ha trasladado al ayuntamiento.

El estado de limpieza de sus calles "es lamentable", reconocen los residentes, así como la "nula utilización" de las jardineras públicas que se encuentran en estado de deterioro, rotas y con peligro de desprendimiento de parte de su estructura. El crecimiento de hierbas y papeleras (cuatro para todo el barrio) sin vaciar acaban por dibujar el aspecto exterior de un núcleo poblacional que, aún con todo, merece descubrir.

No son solo sus calles, sus recodos, la falta de atención también afecta al lugar más emblemático de Calcinas: su mirador. Siempre fue una zona de encuentro vecinal, pero ahora además resulta una parada obligada para los visitantes que discurren por el sendero que atraviesa el barrio. Un lugar para mimar al que se le ha dado la espalda. Los lugareños reclaman la reparación de pilares que sustentan la estructura de la pérgola, de la que cuelgan distintas enredaderas; la reparación y sustitución de distintos elementos de iluminación y que se mantenga su limpieza y arreglen sus jardines.

No es solo el exterior, la dejadez también afecta al interior. Calcinas goza de instalaciones deportivas y de ocio que podrían ser una referencia, pero la pereza por atenderlas las denigra. Los propios vecinos avisan de que los vestuarios de la cancha deportiva se pueden calificar "en estado de ruina; el forjado se cae, con riesgo de derrumbe". El cerramiento de la instalación también es deficiente y hay un peligro evidente en el cuadro de mando y protección eléctrica. A ello se suma la retirada de dos proyectores de iluminación de los que nunca más se supo.

La misma dejadez se refleja en la Casa de la Cultura: humedades, goteras, inaccesible para las personas con movilidad reducida (tiene ascensor pero no funciona)... Los usuarios exigen, al menos, la impermeabilización urgente de la cubierta. Calcinas tiene incluso su propio parque infantil. Bueno, lo fue. Ahora apenas lo parece. Necesita como mínimo de un trabajo profundo de limpieza y jardinería. Los propios vecinos sostienen que el lugar se ha convertido "en un foco insalubre".