Los acróbatas han dado el paso definitivo. Les faltaba ese empujón de fortaleza física y, sobre todo, de técnica para ser uno de los actos más grandes de la Bajada. Y sí, lo han clavado. Desde la Torre hasta el Barco de la Virgen, pasando por la Rosa o el nuevo ejercicio en el que forman la M del anagrama de María. Esa seguridad, que se reflejó en el rostro de cada uno de los protagonistas, hizo temblar al graderío. Los pelos de punta.

A las seis de la tarde, el entorno de Santo Domingo era una cola (o dos) de gente. La primera función era a las ocho, pero dos horas antes ya no había pases libres. Todo lleno. La organización decidió poner una tercera actuación. Lo hizo pensando en la gente que allí estaba, pero olvidando a los que esperaban para las representaciones en la calle. Complejo acertar cuando la realidad te desborda.

El cronista fue a la función de las 21.00 horas. Comenzó un "pelín" más tarde. Aquel grupo de niños y jóvenes descendieron las escaleras desde el instituto. De blanco con adornos dorados. Caras sonrientes. Paso firme, en dos filas, sin perder nunca el paso... Tensión, cero. Saludan. El acto se inició con un recorrido pausado por la zona de acrobacias. Siempre al ritmo de la banda de música. Así, hasta que comenzaron a arriesgar. Cuatro escaleras, dos a cada lado, les sirvieron de punto de apoyo. Los fuertes la sostuvieron en medio de la nada (chavales, sois geniales), mientras el resto expuso su técnica y mucha elasticidad. Algunos, incluso, demostraron sus habilidades en el suelo. Son un equipo. Desde las primeras figuras se lo jugaron todo. Aquí nadie se "achicó". Si se caen, se "rompen". No pareció importarles. Lo hicieron con un aplomo sorprendente tras meses de duro trabajo con Juan Carlos González, Josefina Gutiérrez y María Isabel González, enseñándoles que en la vida todo lo que merece la pena cuesta. El público, que reventaba la plaza (1.200 personas), los gratificaba con tanto asombro como emoción.

Llega un momento, un suspiro, en el que olvidas que son chavales del barrio. Del casco. De allí o allá. De cerca o de lejos. El espectáculo te mete tan adentro que al final los acabas viendo como profesionales. O casi. Ellos siguen a lo suyo. Concentrados. Figuras imposibles ejecutadas con soltura. Se despiden como llegaron, con una naturalidad que atrae.

¿Saben? El Minué deberá "apretar" y los Enanos ponerse las "pilas". Los acróbatas han puesto "cara" la Bajada.