El jefe de reparto de Correos en Santa Cruz de La Palma, Ángel Rodríguez, explicó ayer a EL DÍA los procesos que todo cartero debe seguir a la hora de entregar una carta, ya sea ordinaria, certificada o con acuse de recibo, una información determinante en el caso Marín, ya que Gestión del Medio Rural y la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias sostienen que las misivas supuestamente remitidas a los tres veterinarios invitados al procedimiento negociado para trabajar en el control de las explotaciones ganaderas de la Isla, y que dos niegan haber recibido, pudo ser recogida por terceras personas, a las que atribuyen firmas o garabatos que aparecen en los comprobantes de entrega sin ningún otro tipo de identificación.

Ángel Rodríguez, que se retira dentro de quince días tras una vida dedicada al reparto de misivas, es decir, que de esto sabe un rato, explicó que "si la carta es ordinaria, se pone en el buzón. No necesita ningún otro requisito. Si es, por el contrario, certificada, se entrega al destinatario o a la persona que en su lugar la recoja, pero no vale con tan solo poner un garabato. Tiene que llevar la fecha, el nombre y la firma. Si además es una carta con acuse de recibo, lleva fecha, firma, nombre y apellidos de la persona que la recoge, además de la firma e identificación del cartero que la entrega".

Al ser cuestionado por la posibilidad que una carta lleve tan solo una firma como justificante de recibí, tal y como ocurre con las misivas que se incluyen en el expediente para la contratación de Juan Ramón Hernández Marín, el veterano jefe de reparto fue contundente: "Imposible. Es algo imposible. Los procedimientos de entrega de cualquier carta son públicos y están hasta en los temarios de los procesos de selección para carteros. Cualquier profesional de reparto conoce perfectamente su trabajo y nunca dejaría una carta certificada con una simple firma. Ya sea en papel o en la PDA, todo lleva unos registros que hay que cumplir y que siempre se cumplen". Es decir, las cartas de Gestión del Medio Rural no fueron entregadas por Correos, que utilizan procesos de identificación similares a los que usan los profesionales de las empresas privadas dedicadas al reparto. Son, a la postre, especialistas capaces de certificar las incidencias.

Ángel Rodríguez dijo que los comprobantes de entrega "se guardan durante 18 meses en el archivo de papel", es decir, el Gobierno de Canarias aún tiene tiempo de solicitar una copia para demostrar las supuestas entregas, "lo mismo que ocurre con la PDA, que también tiene un tiempo de almacenamiento".

El mismo registro de salida para 3 documentos

Una de las claves del caso Marín es saber realmente si las cartas que se dicen haber enviado a tres veterinarios para participar en el procedimiento negociado para el control de las explotaciones ganaderas de La Palma salieron en realidad del Gobierno de Canarias o, si se quiere, de las dependencias de Gestión del Medio Rural (GMR) o si, por el contrario, se quedaron sobre una mesa para amañar el proceso y beneficiar al exalcalde de Los Llanos de Aridane, incluyendo la falsificación de las firmas de recibí. Los remites por sí mismos no tienen "desperdicio". En las tres se pone textualmente, como reflejan las imágenes que acompañan esta información, "Los Llanos de Aridane, Santa Cruz de La Palma", lo que ya de por sí tuvo que despistar y bastante al cartero encargado de entregarlas, con las calles correspondientes a cada uno de los profesionales. Juan Ramón Rodríguez Marín confirma que le llegó e incluso presentó su oferta al concurso, mientras que Rafael Matos y Alejandro Escuder afirman nunca haber recibido nada, y que las firmas del recibí, tal y como demostró EL DÍA, no son suyas. Más curioso aún es que las cartas tienen, las tres, el mismo registro de salida, el 02, lo que tampoco es muy o nada habitual. Normalmente, cada una lleva un número identificativo para tenerlas "controladas". Sea como sea, el Gobierno de Canarias debería explicar, para conocimiento de los ciudadanos, cómo fue realmente el procedimiento para comunicar a los veterinarios su invitación al concurso, con los errores que pudieron existir.