Roberto Cutillas Sosvilla se despidió esta semana de la vida. Pertenece a ese grupo de humanos que se marchan dejando escrito un camino. Una huella labrada a golpe de ingenio durante más de 90 años que lo mantendrá en el recuerdo de varias generaciones. De las suyas y de otras ajenas.

Su apellido está ligado irrenunciablemente al mundo del motor. Al olor de la grasa y el carburante. El taller que lleva su apellido, la empresa familiar que puso en marcha allá por 1942, es ahora un referente de la mecánica insular. El ciudadano "corriente" lo liga directamente a la instalación que montó en Los Llanos de Aridane y que ahora, en plena crisis, se extendió a Breña Baja. Pero como todos, Roberto Cutillas tuvo un principio. Antes de ser la referencia de la marca del rombo (Renault) en La Palma, mucho antes de llegar el reconociendo a su labor, siendo apenas un niño, ya se encargaba junto a sus hermanos de arreglar las bicicletas o motocicletas de aquella época. Fue un mecánico desde la cuna.

"Cuando no había una solución, él la encontraba". Mauro Fernández, representante en la Isla de la Cámara de Comercio, recuerda al Roberto "ingenioso. Humanamente era una bellísima persona y en su trabajo tenía una capacidad extraordinaria". Ambos se involucraron en el desarrollo de la central del Mulato, en San Andrés y Sauces. Allí, aquel mecánico curioso, lleno de iniciativa, certificó "que era capaz de inventar cualquier cosa. Aún recuerdo sus "inventos" para colocar la primera turbina en la central". Tampoco se olvida "de las piezas que creaba en el torno de su taller. Si algo fallaba y no se encontraba, él lo solucionaba. Muchas veces creó piezas para la central de Los Guinchos...".

Cutillas también estuvo inmerso en el mundo agrícola y hasta diseñó y puso en marcha en una finca de su propiedad un sistema para abonar la cosecha, instrumento que despertó el interés de expertos en el sector de Israel, que pronto lo visitaron para estudiar aquel fabuloso artilugio. Era imaginativo y, lo mejor, sabía plasmarlo.

No desperdició su tiempo y se "acercó" a la política. No era su mundo, pero los que lo conocían dicen que sintió la necesidad de aportar ideas en beneficio de los palmeros. En 1979, llegó al Cabildo. Lo hizo como consejero. Era el mayor del Pleno y presidió la mesa de edad. Aquel año accedió a la Presidencia insular, con apenas 38 años, Gregorio Guadalupe. "Nunca vi a Roberto discutir con nadie en los cuatro años de legislatura. Era una persona respetuosa, amable... yo creo que no estaba hecho para la política. Podías contar con él para todo lo que hiciera falta y siempre tenía buen talante", afirma el ex presidente.

En aquella mesa de edad, Marcelo Rodríguez, farmacéutico en San Andrés y Sauces, era el más joven, con apenas 28 años. Fue amigo de Cutillas. En el fondo, "con Roberto era muy fácil llevarse bien. Era una buena persona. Yo nunca lo vi enfadado. Aquel era un Cabildo de gente muy preparada. UCD tenía 15 consejeros, mayoría absoluta destacada, y aún así se delegaron competencias en la oposición. Roberto era el mayor de los consejeros y pienso que reflejaba todo el buen sentimiento que había en aquella institución. Lo vi hace poco tiempo en Puerto de Naos...".

Por encima de ser mecánico, empresario, amante de la agricultura... sus amigos, también conocidos, coinciden en una cosa: se ha ido una buena persona.