Sergio Matos es un "tipo" noble. No parece tener doblez y su mirada es cercana, sincera, incluso familiar para el ajeno. Se le encienden los ojos cuando habla de su ciudad y parece dispuesto a dejarse el alma por no defraudar a nadie. Ya se siente alcalde, aunque reconoce que la decisión del PSOE de expulsarlo por indisciplina fue un auténtico "shock". Solo pide que su partido lo escuche; el justo derecho a la defensa.

Cuando va por la calle y oye que alguien dice alcalde, ¿ya se da la vuelta y mira?

Sí. Ya uno se siente alcalde de su ciudad, aunque a veces te lo digan entre bromas y fiestas, siempre con mucho cariño. Es una nueva etapa en mi vida que afronto con mucha ilusión.

Su pareja, su madre, sus hermanos... ¿mucho cachondeo en el seno familiar con eso de ser alcalde?

Sí, por supuesto. No tanto mi novia, pero sí mis hermanos. Los tres son mayores que yo y hay cachondeo general, en el que participan mis sobrinos y cuñados. A mis hermanos les he dicho que ahora que soy alcalde les cobraré todo lo que me hicieron cuando era pequeño.

Dicen los veteranos que lo peor de ser alcalde son las cuantiosas peticiones que se reciben y que no se pueden cumplir.

Me da rabia no poder solucionar todos los problemas. Estamos en momentos de crisis y todo es más difícil. Hay mucha gente que se te acerca buscando un empleo. Es la parte más dura. Es desilusionante no tener respuesta para todos los ciudadanos. Yo en campaña nunca prometí trabajo a nadie, no quise mentirle a la gente, porque ya era consciente de la situación que vivimos. El ayuntamiento no puede asumir todo el desempleo, los parados, que tiene la ciudad, sino ser el motor económico y ayudar e impulsar la actividad de las empresas del municipio. Aún así, que nadie dude de que haremos todo lo posible, no descansaremos, para tratar de buscar fórmulas que generen riqueza y, con ella, puestos de trabajo. Es, sin duda, uno de nuestros objetivos principales.

Una hora escasa después de tomar el bastón de mando, lo expulsan de su partido. ¡Vaya palo!, ¿no?

Tengo que reconocer que fue un shock. Era un día muy importante para mí, para los concejales y para el Partido Socialista en Santa Cruz de La Palma al poder formar gobierno y tener otro alcalde socialista después de la etapa de Anselmo Pestana. Te da un poco de bajona, sobre todo por la contundencia. De todas formas, no hemos recibido ninguna notificación, nadie me llamó para comunicármelo; me enteré por un medio de comunicación. Nuestra intención es poder reconducir esta situación, poder defendernos y que todo quede aclarado. Queremos ser escuchados. El partido también tiene que entender que tener una Alcaldía con cinco concejales del Partido Socialista en el grupo de gobierno de la capital de La Palma tiene su importancia.

Cuando Coalición Canaria le ofreció ser alcalde durante toda la legislatura, ¿se lo pensó o ya tenía claro el acuerdo con el Partido Popular de Alcaldía compartida?

Nos lo pensamos. No solo yo, sino todos los concejales. Lo pusimos sobre la mesa, valoramos la situación y, al final, llegamos al entendimiento de que con CC sería un pacto débil. Se decidió negociar con el PP para lograr un acuerdo que fuese bueno para los intereses de la ciudad.

Un pacto de gobierno, ¿hasta cuándo?

Un pacto por cuatro años, cada uno desde sus áreas de gestión pero trabajando de forma coordinada. También queremos que Coalición Canaria colabore desde la oposición por el bien de los ciudadanos, expresando sus quejas, con su trabajo y que haga oposición. Sus propuestas serán valoradas porque son parte del ayuntamiento y queremos que sea una parte útil, de fiscalización al gobierno, como es lógico y necesario, pero también de aportación para Santa Cruz de La Palma, llegando a los acuerdos que sean necesarios pensando en la ciudad.

Malos tiempo para ser alcalde, ¿verdad?

Bueno... Ahora es cuando más se necesita arrimar el hombro. Mucha gente me preguntó si sabía dónde me estaba metiendo, pero siempre he tenido claro que es el momento de pelear por la ciudad y por los ciudadanos. Es cierto que cuando había bonanza todo el mundo quería estar en una lista y que ahora es más complicado lograr comprometer a la gente, pero le aseguro que todos los que estamos en el grupo de gobierno trabajaremos sin descanso, con los pies en el suelo, para ir recuperando al ayuntamiento de la situación en la que se encuentra.

Sabe, hoy lo noto más suelto, menos agarrotado...

Uno se está adaptando al cargo. La primera entrevista, que fue por móvil en la radio, tenía retorno, me puse hasta gangoso. Ahora me lo tomo de distinta forma ante los medios. Es verdad que he estado agarrotado.

¿Se siente ahora más observado?

Sí, sin duda. Somos un municipio pequeño y es normal que uno se sienta más observado. Además, la agente se acerca más, lo que a mí no me molesta en absoluto. Acabo de entrar en política y los ciudadanos están en su derecho de observar y analizar. Lo que tengo claro es que ahora que soy alcalde no dejaré de pasear por la calle Real ni cambiaré los sitios a los que habitualmente siempre he ido.

¿Cuánto tiempo cree usted que hay que ser alcalde para convertirse en una persona arrogante?

Le pido a la Virgen de las Nieves que nunca me haga arrogante. No espero cambiar mi forma de ser. Si con ser arrogante se refiere a sentirse en un pedestal, seguro que nunca me pasará. Soy alcalde para trabajar por mi municipio y los ciudadanos con todos los que forman el grupo de gobierno. No estamos aquí para otra cosa. Además, si alguna vez soy arrogante, usted me lo recordará.

Cuente con ello.