El ciudadano norteamericano Peter Mario Frohne lleva dos décadas en litigio con el Ayuntamiento de Breña Baja. Heredó de su padre en la década de los 70 una finca de plataneras de casi 13.000 metros cuadrados, ubicada en el núcleo de Los Cancajos, un terreno de considerables dimensiones en un lugar privilegiado que nunca ha podido desarrollar como suelo turístico, tal y como está ahora calificado, ni como zona residencial. Es suyo, pero no lo puede aprovechar.

Su finca pertenece al mismo plan parcial que facilitó la construcción de los apartamentos de uso turístico El Cerrito y las urbanizaciones residenciales de Los Balconcitos y Salinas III, todas, las tres, del mismo promotor. Su parte, sin embargo, no ha sido urbanizada, ni calles, ni servicios básicos ni zonas verdes, debido, según su versión, al "tratamiento escandaloso y discriminatorio" sufrido por el ayuntamiento, "básicamente por el alcalde", lo que le impide desarrollar el suelo. Al otro lado del barranco, en su espacio, todo está igual que hace 40 años o incluso, en peor estado.

"Han destrozado mi vida privada, familiar, económica y laboral, obligándome durante los últimos 18 años a centrar toda mi actividad en luchar contra los abusos que el ayuntamiento, su alcalde, intenta". Frohne parece agotado de tantos años de abogados, viajes entre continentes y la lentitud de la justicia. Aún así no se rinde, aunque reconoce que "me han obligado a separarme de mi casa y de mi vida en San Francisco (Estados Unidos), forzándome a trasladar mi residencia a Europa y permanecer en las Islas la mayor parte de las últimas dos décadas para evitar que prosperen los intentos de abusos".

Sentencia del Supremo.- La pugna entre particular y corporación municipal ya llegó a los tribunales. El 1993, el ayuntamiento aprobó el proyecto de compensación de Las Salinas. "Querían que renunciara a mi finca, a unos 200 metros de distancia del mar, por otra de 2.000 metros cuadrados en mitad de ninguna parte, cuando legalmente me tenían que asignar, tras la urbanización, casi 8.000 metros en la misma zona". Frohne se fue al juzgado y le dieron la razón, pero la corporación municipal recurrió. Una y otra vez. Diez años después, tras una dura, larga y costosa batalla legal, el Tribunal Supremo declaró la nulidad del acuerdo municipal dando la razón al dueño de Junonia Hotel SL, la empresa creada por su padre, aunque durante el tiempo transcurrido "aprovecharon para construir en unos 4.000 metros de mi finca parte del complejo Salinas III".

Sus abogados en Canarias no entienden el proceder del ayuntamiento ni tan siquiera encuentran una explicación lógica para todo lo que está ocurriendo: "Alargan los procesos judiciales y recurren con dinero público cuando saben que nuestro representado tiene la razón y que al final cualquier juez se la dará". Cada pleito "son años y dinero". En la actualidad, el ayuntamiento se enfrenta a una reclamación patrimonial de seis millones de euros, por los perjuicios causados al denunciante. "No sabemos los años que pueden transcurrir para haber una sentencia firme, pero sea cuando sea la corporación lo tendrá que pagar y será con el dinero de los contribuyentes".

Burlas: "Gestapo o S.S.".- Frohne muestra a EL DÍA documentos en los que demuestra el apoyo recibido por la Embajada de los Estados Unidos: "Apoya mi causa porque consideró la manifiesta situación de discriminación" que se remonta a los años 70, cuando al pagar los impuestos municipales "extendían sus recibos "graciosamente" poniéndonos segundos apellidos como Gestapo o S.S., una discriminación que bajo otras formas llega ya hasta nuestros días en reiterados intentos por librarse de un molesto propietario, pese a que legalmente no pueden".

Los abogados del denunciante desconocen "cómo el ayuntamiento, que debe velar por el interés general, no obliga, como es habitual en todo plan parcial, a la urbanización de la zona, en la que no se encuentra sólo la finca de nuestro defendido sino también otras de más personas que también se están viendo afectadas. El proceder del ayuntamiento está siendo al contrario, impedir que se desarrolle el suelo; no sabemos qué intereses pueden existir detrás de todo esto".

320.00 euros "perdidos".- La junta de compensación de Salinas III, según siempre la versión de Frohne y de sus defensores, ya aportó al ayuntamiento más de 400.000 euros para la urbanización de todas las parcelas. Fueron tres derramas de los propietarios, de las que sólo se utilizó una, la primera, mientras que las otras dos, la última hace unos tres años, "está en paradero desconocido. No sabemos qué ocurrió con el resto del dinero, que no ha sido utilizado en este plan parcial ni devuelto a sus legítimos dueños".

Al ser cuestionado por un posible acercamiento con el alcalde o con otros miembros del grupo de gobierno en el ayuntamiento breñusco con el objeto de acercar posturas, Frohne dejó claro que "se comprometen una y otra vez con soluciones que después no cumplen sin el más mínimo rubor, llegando el alcalde al extremo de negarse a recibirme". Sabe que "me esperan años de lucha por una razón que todos ven, pero que el ayuntamiento no quiere asumir. Si no estás dispuesto a pasar por sus abusivas imposiciones, no puedes desarrollar nada". Eso sí, es un suelo "que era de mi padre y al que no pienso renunciar".

El padre de Frohne logró escapar del infierno de Estalingrado. La familia lo perdió todo en el bombardeo de Dresde de 1945. Dos décadas después, un amigo hotelero alemán lo trajo a la Isla. Se planteó aquí su retiro, pero hasta su muerte tuvo que luchar por un sueño que heredó su hijo.