El recuerdo de las personas sólo dura unas pocas generaciones. Luego, todo se olvida. Sólo perduran en el tiempo aquellas que por sus acciones, por buenas y, también, por las peores, dejan su huella. Manuel González Méndez (1843-1909) es de los "elegidos", un artista que fue capaz de marcar un siglo (el XIX) de la pintura en Canarias. Ahora tiene su placa. Allí, donde nació, en la modesta calle Virgen de la Luz de Santa Cruz de La Palma, tras recordarlo en el centenario de su fallecimiento.

Fue un acto sencillo, quizás, seguramente, como el propio artista hubiera querido. Sin grandes alardes. Un público reducido, entre los que ni tan siquiera estaba toda la "corte cultural" de la capital. Sí se encontraba la sobrina nieta del pintor, Angélica Fuentes González, acompañada por las principales autoridades de la Isla, tanto civiles como militares.

Guadalupe González, la presidenta del Cabildo, se imaginó al artista en su niñez jugando por las calles de San Telmo. Luego, lo reconoció como "el más importante pintor de Canarias del XIX", reivindicando la memoria de este "insigne artista, paisano ejemplar y rebosante de creatividad", junto a una casa "que fue testigo de su despertar artístico". Hay críticos incluso que sitúan la figura del gran pintor palmero como uno de los más destacados no sólo del XIX sino de toda la historia en el Archipiélago.

La casa, de extranjeros.- Luego, como clausura del acto, se descubrió la placa en la que desde ayer se recuerda, a todo aquel que pase por la vía, que allí nació y vivió el pintor, el artista.

Eso sí, la casa ya no pertenece a sus familiares, ahora está en manos de una pareja de extranjeros que tras adquirirla se encargaron de restaurarla con esmero, y que permitieron -sin su autorización no hubiera sido posible- colocar el recordatorio, lo que también fue agradecido por la presidenta insular.

La grandeza del artista.- Las obras de González Méndez fueron demandadas por la alta sociedad, donde capta, excepcionalmente, con realismo, la psicología de los personajes. También inmortaliza paralelamente a la sociedad rural, de la misma manera que plasma los paisajes costumbristas canarios y bretones. Gozó de gran prestigio fuera de las Islas, y más concretamente en París, que era la capital mundial del arte en el XIX. Una parte de su obra decora hoy instituciones públicas de las Islas. Era uno de los grandes.

Muestra.- El reconocimiento al artista continuará hoy con la apertura en el Museo Insular, en San Francisco, de una exposición antológica con sus obras que permanecerá abierta hasta el 10 de enero de 2010, dando a conocer trabajos no expuestos con anterioridad y diferentes particularidades de su vida.