Lo que nos lastra no es una productividad baja. o que nos hunde cada vez más es el gigantismo de las administraciones públicas. Tenemos diecisiete comunidades autónomas con sus diecisiete gobiernos, parlamentos, muchas de ellas con su propia policía, la mayoría con ruinosas televisiones, defensores del pueblo -cinco millones y medio de euros cuesta en Canarias el Diputado del Común-, con sus flotas de coches oficiales -completada en estas Islas con un helicóptero cuando el presidente tiene prisa por llegar a cualquier bobería- y, en el caso concreto de Tenerife, 31 municipios con sus 31 alcaldes e igual número de primeros tenientes de alcalde, concejales de urbanismo, de fiestas y similares, de jefes de policía local, de secretarios, de interventores, etcétera, todos ellos cobrando a cuenta del erario.

No trabajamos menos horas que los alemanes -las estadísticas señalan lo contrario- ni somos más torpes que ellos. No somos menos en nada que los europeos que presumen, sin que les falte razón, de ser más que nosotros. o que nos hunde es el peso de los zánganos políticos que debemos alimentar: para una población de apenas un poco más de la mitad que la alemana, tenemos el doble de ayuntamientos y una comunidad autónoma adicional: 17 autonomías en España frente a 16 estados federados en Alemania. Pretender salir adelante en estas condiciones es como intentar subir al Teide con una mochila de 200 kilos. Ni Rambo en sus mejores tiempos.

En esta caterva de vividores de la política algunos destacan con nombre y apellidos. Es el caso de Fernando Ríos, en la actualidad comisionado del Gobierno de Canarias para el desarrollo del autogobierno y las reformas institucionales. ¿Cuánto cobra este señor por desarrollar el autogobierno y reformar las instituciones? No lo sé, y acaso prefiero no saberlo. Pero nada más lejos de mi intención que ir en contra de la familia. a familia siempre ha de ser lo primero. A un señor hijo de un señor padre no se le puede dejar en la calle. a calle es la residencia final para quienes no pueden pagar las hipotecas, no para un patricio vernáculo. No me rajaría las vestiduras por que entre todos le tuviésemos que pagar el sueldo a un payaso de la política. Eso es lo habitual. Tampoco me importaría tener que responderle a un letradillo sobrado, peinado a lo pijo con peinado de velocidad, qué significa la expresión payaso de la política en el transcurso de un juicio civil. Cuestión, dicho sea de paso, a la que tuvo que contestar el otro día el editor de este periódico a un letradillo sobrado, peinado a lo pijo con peinado de velocidad. o que jode no solo un poco, sino mucho, es tenerle que pagar el sueldo a un niño de su papá por decir chorradas. Verbigracia, las referidas a ese impuesto disuasorio a las compañías petroleras anunciado por Ríos para que no les sea rentable sacar ni una gota de crudo en Canarias. Hasta los empresarios turísticos se han manifestado a favor de las prospecciones, aunque nadie ha dicho que un alto comisionado del paulinismo -o el paulinato- haya de hacerle caso a nadie que no sea su mecenas. A veces callado está uno más guapo, y encima cobrando, aunque no se tiña el pelo de caoba ni se lo peine con peinado de velocidad.

rpeyt@yahoo.es