La actualidad política, económica y social de España está marcada desde hace tiempo por el protagonismo del papel y sus múltiples acepciones, aplicaciones y variantes, y que ahora cobra especial relevancia por los contenidos que soporta y que amenaza con trastocar la percepción que tienen los ciudadanos sobre la ética y moral pública. No es mi intención extenderme sobre lo sembrado y cosechado sobre las tramas de corrupción que sacuden al país, pero sí voy a exponer, con su permiso, una retahíla de lugares comunes que rodean al léxico papel, no desde la perspectiva etimológica, sino desde sus más variopintas utilidades y funciones.

Para empezar como si en el famoso concurso de "Un, dos, tres, responda otra vez" de Televisión Española, veamos cuántos usos prácticos o cotidianos tienen el papel o papeles, salvando las diferencias, claro. Por ejemplo, papeles Sokoa, papeles de Bárcenas, papel higiénico, papel a desempeñar o jugar, papel de actor o actriz, papelina, papel de fumar, papel para empapelar, papel para empaquetar, papel para enrollar, papel para envolver, papel para llevar, papel de plata, papel prensa, papel de periódico, papel de revista, papel de caja, papel de libros, papel de diario, papel de hacienda, papel formulario, papel recibo, papel factura, papel administrativo, papel de identificación, papel de extranjería, papel de inmigración, papel cartón, papeleta para votar, papeleta para resolver un problema, vaya papeleta, papel cuché, papel satinado, papel de traza, papel de lija, papel cebolla, papel timbrado, papel moneda, papel film, papel fino, papel grueso, papel rugoso, papel mojado, papel oculto, papel transparente, papel diáfano, papel contable, portapapeles, papel de víctima, papel de verdugo... Papeles, papeles, papeles... Todos estos papeles tienen en común que lo aguantan y soportan todo.