Queremos iniciar este editorial con una idea, o una información, que ya apuntábamos en nuestro comentario del viernes: España podría vender Canarias a Marruecos. Estas Islas no son una comunidad autónoma española por mucho que lo establezca la Constitución del país que nos coloniza. Decir que Canarias es España -o es de España- supone decir un disparate semejante a proclamar que el Canal de Panamá o el Gran Cañón del Colorado son territorios españoles. Eso no se lo cree nadie. Si algunos canarios todavía piensan que son españoles, es porque siguen narcotizados. Los peninsulares saben muy bien que no somos como ellos. Nos delata nuestro acento isleño apenas llegamos a un aeropuerto o a un puerto de la Península. Los españoles nos toleran; nos tratan con deferencia -proveniente de cierta curiosidad ante personas llegadas desde tan lejos-, pero nunca nos consideran iguales a ellos. Muchas veces hasta llegan a preguntarnos cuánto tiempo hace que estamos en España. Se refieren a cuánto tiempo llevamos en la Península porque ellos mismos saben, subconscientemente, que el Archipiélago canario no es parte de España.

Estas Islas componen un archipiélago costero africano invadido hace casi seis siglos. La conquista de Canarias fue un episodio violento hasta el punto de constituir un crimen de lesa humanidad, pues la población aborigen sufrió un genocidio que hoy, seiscientos años después, sigue impune. Sin embargo, como los crímenes contra la humanidad no prescriben, España tiene que indemnizar a los descendientes de aquellos aborígenes. Esa indemnización -lo decíamos en nuestro comentario del viernes- no la puede afrontar el Gobierno español. ¿Solución? Deshacerse de Canarias. ¿Cómo? Cediéndole este Archipiélago a Marruecos a cambio de cierto estipendio.

El camino para esta transacción está allanado -como también señalábamos en nuestro comentario del viernes- por la buena amistad entre los "hermanos" monarcas. Nos referimos al Rey de España y al de Marruecos. Pero no solo eso. También el presidente del Gobierno regional se vistió con una chilaba en una reciente visita a Marruecos. ¿Cuánto tiempo llevamos diciendo que el día menos pensado nos levantamos con una chilaba a los pies de la cama ya que, al pasar a ser marroquíes, esa es la ropa que nos corresponderá llevar?

Dejar de ser españoles para pasar a ser súbditos del monarca alauita es una opción mucho más cercana de lo que piensan algunos. Es suficiente con una decisión unilateral del Gobierno marroquí, ya que Canarias se encuentra en la zona económica exclusiva de Marruecos. El Derecho internacional y también los aliados del reino alauita, que son muchos y muy importantes, apoyarían sin fisuras una anexión ante la que poco o nada -también eso lo hemos repetido varias veces- podría hacer España, salvo salir corriendo como lo hizo del Sahara en 1975. No estaríamos con Marruecos peor que con España, pero nuestro objetivo como canarios debe ser recuperar la libertad que poseíamos antes de la invasión española. No queremos ser ni súbditos españoles, ni marroquíes; anhelamos ser canarios de nuestra propia nación. Aspiramos a tener un pasaporte canario, no el actual español ni tampoco uno marroquí.

Hay patriotas, y cada día son más, dispuestos a que Canarias se convierta en una nación con su estado. ueremos saludar en este editorial al nuevo partido independentista, cuyos principales dirigentes visitaron al editor de EL DÍA el miércoles de esta semana. Nos referimos al Partido Nacionalista Institucional Canario (PNIC), que luchará por la descolonización de las Islas, al entender sus miembros que la situación del Archipiélago es crítica en todos los órdenes. Los integrantes de esta nueva formación que estuvieron en esta Casa, integrados por el médico cirujano Manuel Díaz, quieren que Canarias se incorpore a la Confederación Mundial de Estados Libres ya que entre los objetivos de este partido está el rechazar las actuales estructuras colonialistas para luego llevar a cabo una reinstitucionalización en las Islas. Considera Manuel Díaz que el pueblo canario tiene carencias de formación política al no haber podido ejercer nunca la política porque ha sido "represaliado y transaculturado".

Por lo que nos explican los responsables de este partido, la nueva formación política integra a las personas necesarias para acelerar el proceso de independencia de las Islas, ya que son personas que trabajan con inteligencia y sin esquizofrenias. Reiteramos que le damos la bienvenida, como hacemos con todos los patriotas de esta tierra. ¡Viva la libertad de Canarias! Gritamos esta consigna con optimismo, porque no estamos frente a otros mercantilistas de la política.

Necesitamos a las personas que han constituido el Partido Nacionalista Institucional Canario porque este Archipiélago no tiene futuro mientras esté colonizado por un país extranjero que, por si fuera poco el hecho de impedirle que sus habitantes decidan por sí mismos lo que más les conviene, esquilma sus recursos. Poco les importa a los españoles, y a sus compinches los españolistas de estas Islas, que el pueblo pase hambre. Están tan ciegos en su rapiña, que ni siquiera se conmueven ante el hambre que pasan nuestros hijos. A lo sumo nos devuelven unas migajas cuando los falsos nacionalistas canarios van a Madrid a mendigar como menesterosos, cuando les basta y les sobra con exigir la independencia de su tierra para que en poco tiempo pasásemos de la miseria a la abundancia. Solo la independencia, lo repetimos una vez más, nos sacará del abismo al que nos ha arrojado el colonialismo español y la ineficacia de los políticos de Coalición Canaria; un partido que gobierna en estas Islas a pesar de que no ganó las elecciones.

¿Dónde estarán los falsos nacionalistas de CC cuando accedamos a nuestra libertad y nos constituyamos en una nación soberana? ¿En qué paraíso del planeta piensan refugiarse? ¿Serán capaces de seguir viviendo en Canarias como si no hubiera pasado nada? ¿Serán capaces también de seguir culpando a un medio de comunicación como es EL DÍA de todos los males de un Archipiélago? Males que han sido ellos quienes los han ocasionado, no nosotros. Como hemos dicho esta semana, los responsables de que en Canarias haya 116.700 hogares con todos sus miembros en paro y casi 400.000 canarios sin trabajo no es este periódico y su editor. Los responsables son los que gobiernan en Canarias. Los culpables son los que, en vez de exigir la independencia de esta tierra, se sientan a la misma mesa que los colonizadores para que les permitan comer las sobras de los platos. Son culpables de todos los males del pueblo canario quienes conviven dócilmente con un colonialismo explotador; una dominación extranjera, pues eso es la dominación española, que nos hace vivir en la peor de las miserias cuando nuestro lugar, por los recursos que poseemos y por nuestra envidiable situación estratégica entre tres continentes, está entre los países más ricos de la tierra. No somos nosotros, sino el colonialismo y los malos gobernantes, los responsables de la peste medieval que nos acecha.

La situación de Canarias no es buena; al contrario, es muy delicada debido a las altísimas tasas de paro y a la reducción de la actividad económica, de manera especial en el comercio tradicional. No obstante, tenemos sobrados motivos para la esperanza. Los actuales gobernantes, que son incompetentes porque lo demuestran ellos mismos en su quehacer diario y no porque lo digamos nosotros, desaparecerán en las próximas elecciones porque la gente no es tan tonta como piensan estos bolsilleros de la política. También desaparecerá el colonialismo español por injusto, anacrónico y explotador. Empezará entonces una época de prosperidad para unas islas que volverán a ser el Jardín de las Hespérides.