1.-Yo reconozco que nuestro nomenclátor de lugares isleños y capitalinos es condenadamente confuso, porque los nombres se repiten, se cambian y se entremezclan sin solución de continuidad. Pero el godo no da una. Sufre de confusión perpetua. Yo creo que es de hablar tan alto. Porque, como decía , "el español habla alto, como si nunca hubiera albergado la duda". Lo digo siempre, puesto en pie, chillando más que ellos, cuando en un restaurante el godo alza su voz desagradable, hiriendo mis pobres oídos ya viejos; de jubileta. Qué culpa tengo yo de que esta isla se llame Tenerife y su capital Santa Cruz de Tenerife y la provincia se denomine igual que la capital; y que a la otra isla le digan Gran Canaria y a su capital Las Palmas de Gran Canaria y a la provincia la llamen Las Palmas. Pero el godo viene aquí y está en el Puerto de la Cruz y dice "estoy en Puerto"; y se dirige a Santa Cruz y, con desparpajo digno de mejor causa, rebuzna: "Voy hacia Tenerife". Y si viaja a Las Palmas, tampoco tiene reparo: "Mañana estaré en Palmas". Vete a tomar por saco, merdellón.

2.- Está también el godo confuso, tipo Rajoy, que está en Perú y dice que agradece al Gobierno cubano su hospitalidad. A Ollanta Humala -vaya nombre también- se le pusieron los ojos de besugo al horno, incluido el tercero. Claro que Trillo, godo esta vez difuso, gritó aquel ¡Viva Honduras!, en El Salvador, en medio de las salvas de ordenanza. Quiroga de Abarca, un animal irracional que nos enviaron de gobernador civil, teniente coronel de Caballería -como no podía ser menos-, saludó a los gomeros con un simpático: "Queridos gomeranos". A lo que algunos del público, poniendo la mano en la boca para hablar entre dientes, respondieron, muy airados: "¡Agárramela con la mano!".

3.- Rajoy tiene una especie de dislexia de opositor, como Fraga. Y una vez llamó a Pérez Rubalcaba "Rodríguez Rubalcaba"; y se quedó tan pancho. Los registradores de la propiedad son muy listos. Los notarios dicen que si hubiera un buen catastro no tendrían por qué existir. En fin, este es un país muy particular, como los desocupados lectores están en disposición de saber. Y el godo es un personaje al que hemos tenido que soportar desde la conquista. Yo sueño con tirar a uno por la punta del muelle, aunque le entregaría un gomático a motor para que llegara a Cádiz. Saco del conjunto al peninsular, sobre todo si habla bajito. Mis amigos de la península se ríen mucho con los cuentos que les hago de los godos. Aquí tuvimos algunos especímenes curiosos, que venían a hacer las milicias y se llevaban a las mejores hembras canarias. A lo mejor lo que yo tengo es puta envidia.

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