Voy a hablar un poquito de deporte, de fútbol y de todas aquellas personas que dedican su tiempo y esfuerzo a sacar adelante formaciones o equipos que representan municipios, villas, pueblos y barrios en las categorías inferiores. En estos días nos sensibilizamos bastante con el trabajo y sacrificio, mudo y sordo, que se acumula tras una agrupación, comparsa o murga infantil. ¡Es impresionante! Cuando están en el escenario actuando con una coreografía o cantando una letra a mí se me va la cabeza pensando en esa gente que está detrás, desde las costureras que cobran poquita cosa hasta los que dan la cara, o sus padres, que deben inmolarse un día sí y otro también.

Igual que cuando un equipo cadete, alevín, infantil o juvenil -o incluso de adultos- salta al campo, a la cancha, al terrero, a la piscina o al tatami. Fermín "Guímar" y Samuel Rodríguez pueden simbolizar dos muestras distanciadas por más de cuarenta y cinco años que, mayormente por el gusanillo interiorizado, patrocinan lo que conocemos por cantera. Gracias a su ahínco, casi nunca reconocido, muchos de los críos amplían experiencias de vida y capacidad para a su vez valorar lo que otros casi desinteresadamente les aportan.

Les cuento un caso. Por donde ahora está la gasolinera de Las Indias, entre el barrio de La Salud y La Cruz del Señor, en Santa Cruz, había unos campitos de futbol. Las porterías eran piedras que rodábamos y yo estaba allí jugando con unos amigos. Entonces vino un señor que llevaba bastantes minutos mirando -ahora sería un acosador pervertido- a preguntarme cuántos años tenía y si quería jugar federado. Lo conocían por Güímar y al día siguiente volvió con otro llamado Piripi a hablar con mis progenitores. Fiché y empezó a ponerme de lateral y a llamarme Burgos. Tremendo disgusto cogió mi padre, tanto que mi madre fue a hablar con Güímar, que a partir de ahí fue el único -dado que por la inercia ya no hubo manera- que en el ambiente futbolístico me llamaba Infante. Paquete como lateral, la cosa cambió una mañana en el Charcón cuando en la alineación me adjudicó un nueve. Muchacho, montón de goles y consagrado pa''siempre como ariete rompedor.

Quiero recalcar que si no es por Güímar, Piripi, Pepito y otras legiones de gente comprometida e implicada que dedicaron cuerpo y alma a la labor de plantar, sachar y abonar la cantera, otro gallo cantaría. Registraríamos un encefalograma como sociedad todavía más plano que el que registramos actualmente.

Colocados en pleno siglo XXI, comentar que los que orientan a los chiquillos están hoy sobradamente preparados. Antes todos éramos medio velillos; ahora el que menos enarbola un máster. A disposición de las canteras hay mucha teoría y formación, Samuel acumula cursos por un tubo, le apasiona, aunque su labor en ocasiones es la misma: bregar con los padres. A alguno hasta tienen que atarlo en corto o llevarlo con bozal, ¡qué necesidad!

Su grupo ha elaborado un decálogo: "Transmite serenidad con tu modo de comunicación, evita aspavientos y enfados o celebraciones ostentosas. Evita ciertos términos demasiado habituales: "Esta semana juego contra el Tenerife", "perdí 2-1, "le planté cara", etc. Usa la 1ª persona del plural (nosotros) para definir tu figura, intégrala dentro del grupo (jugamos, perdimos, dimos la cara, etc.). Evita el uso del pronombre "usted", sobre todo en el trato hacia niños de corta edad (es recomendable evitarlo en cualquier categoría); da una imagen militarizada del aprendizaje. Pondera la importancia de los valores deportivos y humanos por encima de la competitividad del resultado. Evita la improvisación y planifica a conciencia los entrenamientos y sus contenidos; en las primeras etapas un aprendizaje bien estructurado es fundamental. Sé flexible en la planificación de los entrenamientos. Multitud de factores pueden hacer que la práctica programada no sea la idónea para ese día. Sé capaz de desarrollar rápidamente una alternativa antes de experimentar el hastío en los jugadores. Sé capaz de individualizar en el trato, hay infinidad de caracteres con diferentes grados de madurez. En edades tempranas, evita la categorización de los niños y la especificad en sus funciones (posiciones en el campo). Desarrolla un trabajo paralelo e integrado con los padres. Ocúpate y preocúpate de profundizar en la situación vital de cada niño (contexto socio-cultural y educativo) pues puede influir directamente en su rendimiento. Ocúpate y preocúpate de los niños menos aventajados para la práctica específica de la disciplina futbolística".

¡Todo X la cantera!

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