Tales días como estos, hace 225 años, cumplía su estadía portuaria una pequeña fragata llegada desde el puerto inglés de Spithead y de camino hacia los mares del sur para llegar hasta la Polinesia y hacer acopio de esquejes del árbol del pan. Había llegado, como tantas otras naves, hasta el único puerto importante de referencia de la época. Un refugio alabado por marinos como James Cook, al mando de la "Resolution", o científicos como Humboldt, pasajero en la corbeta "Pizarro" junto con su compañero Bonpland. De este modo podríamos enumerar una larga lista de personajes de estancia o de tránsito por el puerto tinerfeño. De ahí que, en este caso, la nave citada en primer término fuera la tristemente famosa "Bounty" y su polémico capitán, William Bligh, responsable central que dio origen al célebre motín, y que aún se debate entre la leyenda y la certeza histórica, motivada por los apoyos y controversias de los escritos de la época.

Nuestro puerto, que ha ido creciendo desde la construcción del incipiente espigón del martillo junto a la fortaleza principal de San Cristóbal, baluarte contra Nelson y otros asaltantes, ha seguido y será siendo visitado por navíos de todo el mundo, no sólo por la singularidad de sus paisajes y su inigualable clima, que ha inducido además al desarrollo del comercio frutero con Europa, sino también por ser indiscutible filón de la antes minoritaria y hoy mayoritaria industria turística. De esta forma, podemos ver hoy las inconfundibles moles de los mayores y más lujosos navíos que surcan las aguas del Atlántico atracados en los muelles de nuestras dársenas y que cumplen con su cotidiana visita y el afán de desembarcar de forma transitoria a tantos miles de viajeros. uristas que llegan ávidos por conocer nuestras singularidades históricas y paisajísticas, bien transitando por la capital o subiendo en breve viaje hasta la ciudad de La Laguna, celosa guardiana de su patrimonio monumental. ambién, para los más contemplativos, existe el obligado itinerario por el norte con meta en el parque nacional de las Cañadas del eide, patrimonio de la Humanidad.

Sentadas, pues, las bases de sus indiscutibles rasgos positivos, se hace necesario señalar algunos inconvenientes que afectan a la accesibilidad de nuestros visitantes, que se quejan de tener que recorrer una cierta distancia, sorteando muchas veces obstáculos incómodos para llegar a la antesala de la ciudad -la plaza de España- y tomar cada uno el camino que más le apetece, bien de compras o de excursión. Otro inconveniente que señalan, dentro de las habituales reclamaciones que arguyen, es la carencia de servicios públicos higiénicos, o el hecho de encontrar cerradas las tiendas los fines de semana y festivos -de las que al menos, y tras un acuerdo alternativo, debería haber abiertas el 50% de las existentes-.

Finalmente, lo más penoso afecta a los bienes personales de los recién llegados, hurtados o robados por auténticas bandas de especialistas foráneos, mayormente femeninas, que se acercan al confiado visitante con mil y un argumentos para distraerlos, mientras que una segunda abre el bolso para robarles el dinero y los objetos de relativo valor. No serán los primeros ni los últimos agraviados si no se pone coto a esta deplorable práctica, que imprime todo un rosario de negatividades que afectan al bien ganado prestigio de este puerto. Por estas causas argumentadas podríamos encontrar la respuesta a por qué el puerto de Las Palmas ha duplicado en 2012 el porcentaje de aumento de turistas respecto de enerife. Al que tenga oportunidad de verlos y comparar ambos le invitaría a manifestarse a través de los medios de comunicación, a fin de que nuestros responsable políticos se den cuenta de que hoy en día, con tanta competitividad, no se puede aplicar aquel viejo refrán de "Mientras unos tienen la fama otros cardan la lana", y a las los datos resultantes me remito.