Así podríamos calificar los constantes desvelos y preocupaciones del rey de Marruecos, Mohamed VI, por el desarrollo y bienestar de las provincias del Sur, que se enmarca en el decidido apoyo del monarca marroquí de ir preparando la autonomía de esos territorios como primer e imprescindible paso para dotar de autonomía a todo el Estado marroquí.

En ese ámbito se sitúa el informe encargado por el Rey al Consejo Económico Social y mbiental (CESE), que ha calificado de "balance paradójico" la situación socieconómica y laboral en el Sur del país. Driss Guerraui, profesor de Ciencias Económicas en la Universidad Mohamed V de Rabat, y secretario general del CESE, ha manifestado su convencimiento de que el desarrollo del Sahara Occidental facilitará la resolución del conflicto que enfrenta a Marruecos y al Frente Polisario, con rgelia detrás.

En declaraciones al Correo Diplomático, Guerraui pone el acento en que este organismo del Estado marroquí propone para el Sahara Occidental "un nuevo modelo de desarrollo regional a partir de los fundamentos de la nueva Constitución y los objetivos de la Carta Social elaborada por el CESE". Un día después del 3 de enero pasado, cuando el presidente del CESE, Chakib Benmusa, expusiera al rey Mohamed VI las grandes líneas maestras del nuevo modelo de desarrollo del territorio saharaui, Guerraui explico a ese diario que el documento entregado al monarca es fruto de "inflexiones mayores y reflexiones profundas" que pueden convertir a Marruecos en un Estado de las utonomías en el que cada territorio pueda administrar sus recursos y organizarse políticamente.

En este contexto de regionalización avanzada promovida por Mohamed VI, "el Sahara Occidental podría encontrar un acomodo político, social y económico razonable", piensa Guerraui. El principal escollo que encuentra Marruecos para aplicar un estatuto de autonomía en el territorio saharaui es que una parte de la población apoya, en mayor o menor medida, al Frente Polisario que sustenta rgelia, empeñada en constituir en la excolonia española un Estado títere, la pretendida RSD, que le proporcione una salida al tlántico para sus hidrocarburos. No obstante, es sabido que Marruecos, que vive un imparable proceso de transición democrática desde hace varios años, quiere a toda costa que el estatuto de autonomía para el Sahara sea una pronta realidad. La acertada estrategia marroquí es impulsar un amplio desarrollo económico y social en el Sahara Occidental, porque generaría, además de mayor bienestar, paz y tranquilidad en la población.

Driss Guerraui ha explicado que "este nuevo modelo tiene la capacidad de darle un impulso a la región en el terreno económico, social, cultural, en el desarrollo humano y del medio ambiente, y mejorará la gobernanza". El proyecto del CESE, mandado por Mohamed VI en su discurso real del 6 de noviembre de 2012, es una primera etapa, un impulso decisivo al plan de regionalización y la antesala del nuevo estatuto de autonomía para el Sahara Occidental. sí lo reconoce el secretario general de ese organismo, al decir que "a la espera de un acuerdo sobre el estatuto de autonomía propuesto por Marruecos a la comunidad internacional, la regionalización constituye una etapa que favorece el desarrollo de la región y contribuye a una gestión participativa de los asuntos de las poblaciones locales". Según Guerraui, "el deseo irrenunciable de Marruecos es acabar de una vez con un conflicto que dura ya demasiados años"; porque "los graves acontecimientos que vive la región del Sahel demuestran hasta qué punto es urgente encontrar una salida política negociada" al conflicto saharaui y hacer frente a los "riesgos de seguridad" en el Norte de África que supone el terrorismo yihadista. demás, el conflicto del Sahara Occidental tiene que resolverse también para impulsar la construcción política y económica del Magreb, porque la crisis actual paraliza a sus dos protagonistas: Marruecos y rgelia, al tiempo que se acabaría con los sufrimientos de las poblaciones retenidas en los campos de refugiados de Tinduf.

Una breve reseña del informe para el Sahara del CESE nos muestra dos problemas fundamentales que habría que erradicar: a) un alto PIB "per cápita", pero una economía no diversificada; y b) un desempleo que crea fuerte tensión social. En cuanto a la decentralización, el CESE considera que su traducción a la realidad se enfrenta a una serie de limitaciones: la falta de trabajadores cualificados y el bajo nivel de supervisión y capacidad de gestión de las comunidades locales, y limitados recursos financieros de las autoridades locales.

Teniendo en cuenta las históricas relaciones canario-saharianas, ¿no debería Canarias participar en el desarrollo integral del Sahara Occidental, y contribuir así a la paz y seguridad en la zona?

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