1.- ¿Merece Lorenzo Olarte, que tiene 80 años, terminar su carrera política y profesional siendo destituido por Bravo de Laguna como responsable de la institución ferial de Las Palmas? Cuando José Miguel Bravo de Laguna fue acusado de mamarse un pijama en los almacenes "Mark and Spencer" de Londres, Olarte, para evitar que el entonces diputado arruinara su carrera, le ofreció partido y protección. Pero parece que la gente en Canarias es muy desmemoriada. Andando el tiempo, Olarte, porque lo necesitaba, pero sobre todo porque es un excelente jurista y un buen gestor, entró en la institución ferial, pero descubrió corruptelas. Y acusó a un compañero de partido de haberlas cometido; a Juan Domínguez. Ese compañero de partido (CCN) es clave, con otro tránsfuga, en el delicado pacto del Cabildo de G. Canaria. Y Bravo se decantó por la estabilidad del pacto y puso a Olarte en la calle. Pero, antes, alguien interesado en esta batalla -pongan ustedes el nombre, si quieren- intentó comprar a Lorenzo para que se callara. Y Lorenzo tuvo que sacar la pila de su móvil, en una reunión, porque su interlocutor no se fiaba de que la propuesta que le estaba haciendo, el precio de su silencio, fuera a ser grabado.

2.- Dios mío, a lo que hemos llegado en Canarias, desocupados lectores. A humillar a un hombre de la categoría de Lorenzo Olarte, uno de los políticos canarios más valiosos, ex presidente del Gobierno de Canarias, ex presidente del Cabildo de aquella isla, ex presidente de la compañía Aviaco, asesor personal del presidente Adolfo Suárez. Bravo de Laguna lo que ha hecho es matar al mensajero, algo completamente indigno en un político moderno, por muy cogido por los huevos que esté (en el pacto) por Juan Domínguez, el hombre cuya actuación denunció Olarte. Tuvo tan poca dignidad José Miguel Bravo que despidió a Lorenzo a través de una subalterna. No se atrevió a hacerlo él. Qué asco me da la política.

3.-Acostumbrado a llamar las cosas por su nombre, el asco se torna en profunda tristeza cuando veo que en mi tierra todavía se actúa de esta forma tan baja, tan ruin, tan fuera de lugar y, cómo no, con tanta falta de memoria. Primero que nada hay que ser persona. Antes que político y antes que nada. Los hechos son los hechos; y ahí están. Lorenzo debería hablar y contar quién quiso comprar su silencio. Él se negó. Lorenzo no lo está pasando bien económicamente, pero es un hombre digno y caballeroso, un luchador de espada y arena. Otros que han robado pijamas a rayas ya no se acuerdan de su pasado. Dichosos ellos, ¿no? A mí Olarte, con sus luces y con sus sombras, me merece todos los respetos. Y es un amigo.

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