1.- Ha dicho Antonio Plasencia, uno de los principales empresarios de Canarias, que en 2013 no saldremos de la crisis y que nada va a progresar en este país sin la reforma de la administración para que los trámites engorrosos y absurdos dejen de ser el principal obstáculo para los inversionistas. Si los políticos que administran este país fueran más espabilados y no, en general, una entrada de palurdos, seguirían los consejos de este hombre hecho a sí mismo que preside a los empresarios de la construcción, cuyo gremio llegó a estar en 1.200 integrantes, de los que quedan en activo apenas 600 en la provincia. Antonio Plasencia es el mejor ejemplo de un hombre previsor, que ha creado una familia de empresarios partiendo de su trabajo al otro lado del mar y aquí. Supongo que cuando echa la vista atrás y ve sus orígenes humildes y lo conseguido hasta ahora, dará gracias a Dios por haberlo dotado de una inteligencia fuera de lo común y de una honradez demostrada. Y de una valentía nada usual en los empresarios, casi siempre temerosos de perder su estatus y de que la cojan con ellos. Antonio es un hombre sin miedo. 2.- Plasencia podría ahora estar viviendo de las rentas y disfrutando de su familia como un jubilado más, pero ha aceptado un nuevo mandato en la Federación de la Construcción y sigue levantándose cada día a las seis de la mañana para acudir a su despacho. Quizá por aquello de que al que madruga Dios le ayuda, que en su caso es una verdad absoluta, porque está claro que junto al esfuerzo personal, como creyente que es habrá sentido algo de ayuda divina en su largo caminar por el mundo de los negocios. Yo lo conozco hace muchos años y creo que le debía este artículo, que no le hace falta, pero cuyo contenido me parece absolutamente justo. Ya es hora de que Canarias premie a sus principales empresarios, que se lo han jugado todo para crear puestos de trabajo y dar ejemplo a los más jóvenes de lo que se puede conseguir con trabajo, dedicación y, por supuesto, inteligencia.

3.- Sus declaraciones a este periódico, publicadas el día de Reyes, no tienen desperdicio. Los trámites administrativos nos arruinan. Si los que mandan en Canarias tuvieran dos dedos de frente, en vez de hablar tanto deberían ponerse a reformar las administraciones municipal y autonómica. Una licencia de construcción o comercial no puede tardar nueve meses, sino que tiene que ser despachada en quince días. Y un funcionario peguista no puede retrasar las justas peticiones de los administrados. Y unas leyes que se dan de patadas unas a otras no pueden prostituir la cosa pública. Esto es lo que ha denunciado Antonio Plasencia. Nada más y nada menos.

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