Mientras el presidente Rajoy se ha disfrazado de rey mago para regalar a los españoles una serie de nuevos impuestos anunciando, además, que tiene preparada una ristra de otros tributos para el ciudadano de a pie que dará a conocer en los primeros meses de este año, año que acaba de comenzar con el ejemplo de Obama subiéndoles las cotizaciones a aquellos norteamericanos que superen los cuatrocientos mil euros anuales de ingresos, en España, sin embargo, se sigue practicando el noble deporte de la genuflexión ante los capitostes que han hundido al país y que continúan, impunemente, cobrando sueldos ofensivos y echando a la calle a familias enteras que se han visto inmersas, sin saberlo, en negocios fraudulentos que los distintos gobiernos, de derechas o de izquierdas, no se han atrevido a calificarlos y clasificarlos como delitos.

Tal ha sido y es la nefasta política nacional, a la que hay que añadir los 17 superdespilfarros autonómicos y locales. No muy lejos en el tiempo veremos convertida a España en un yermo democrático con seis millones de parados sin ningún tipo de esperanzas. Naturalmente, este sombrío panorama pasa de largo ante sueldos como los de Aznar, González, Zapatero, Rato o Botín, por indicar solo unos pocos ejemplos.

En realidad, en España existen unos 200 especímenes con más de mil millones de euros en sus bolsillos... declarados. El resto, hasta los 46 millones de estupefactos ciudadanos, permanecen con la mirada ausente en el horizonte y en las oficinas de Hacienda, organismo este que, como sigan las cosas como van, tendrá que embargar a medio país. De hecho, ya está casi paralizado.

En Canarias, el presidente Rivero insiste en que nuestra Comunidad será la única que asome la nariz por encima de la recesión de las demás, escondiendo unos datos que son absolutamente objetivos: según Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA), la llegada de turistas extranjeros a Canarias durante el pasado mes de octubre descendió en 43.000. Entre enero y octubre de 2012 la bajada ha sido de 200.000 pasajeros. Solo en Tenerife, en el mes de octubre, se perdieron 6.000 visitantes.

Uno de los recortes que más ha afectado a Canarias es el de las tasas aeroportuarias, un exquisito regalo del presidente Rajoy envuelto en papel celofán por el ministro converso Soria, quien, por otro lado, anda empecinado con manchar a las Islas de piche y, lo que es peor, y de lo que casi nadie se ha hecho eco, de dejar sin agua potable a los habitantes de Lanzarote y Fuerteventura, pues, como es sabido, aquí se depende totalmente de la desanilización.

La obstinación en política no es deseable porque, en la mayoría de los casos, suele desembocar en intransigencias. Y en este Archipiélago existe tensión (primera dimisión) con las actitudes de dos personajes que, inconscientemente, están contaminando la gestión de todo un Gabinete. Por un lado, el presidente canario se opone frontalmente a cualquier prospección petrolífera. Enfrente, provocador, el ministro Soria ofuscado por la riqueza que supondrá la posibilidad de pozos a 12 kilómetros de la costa majorera. Hay opiniones encontradas.

Lo cierto es que, si no ocurre ninguna catástrofe medioambiental, las Islas podrán verse favorecidas. Pero, si por el contrario, sucede lo que nadie quiere, adiós a nuestros ingresos básicos y a afrontar el desastre que significaría no poder desalar las aguas en las islas más cercanas a arruecos y al resto del Archipiélago.

Se puede afirmar que en Canarias se consumen más recursos de los que se generan, a pesar de los esfuerzos económicos y técnicos que se desarrollan en nuestro territorio acudiendo, simplemente, a lo que nos regala la naturaleza. Solo con el sol, el viento y las mareas, que por suerte nos sobran, se intenta generar la suficiente energía para lograr corregir la casi total dependencia del exterior en materia energética. Los cabildos insulares de Tenerife y El Hierro (este último, especialmente) trabajan en estos campos. Y no existe otro secreto sino aquel que reúne a una serie de personas que, por encima de todo, persiguen el bien de este territorio.

Rivero y Soria deberían reunirse en El irador de La Peña, alrededor de unas quesadillas y un buen tinto de El Pinar.