La Navidad y el día de Reyes son fechas propicias y tradicionales para efectuar regalos a toda la familia y en especial a los niños, que son los verdaderos protagonistas de estas entrañables fiestas y en las que ellos esperan ilusionadamente conseguir los juguetes y regalos anhelados.

os expertos en educación señalan que es un error prodigarse en regalos y acceder a los caprichos de los niños, ya que puede acarrear consecuencias negativas debido a que se les causa insatisfacción a medio plazo, además de hacerles más vulnerables a la frustración. Pero, ¿ante los caprichos del niño en su petición de juguetes, dónde poner el límite?

Veamos. os niños, en mayor o menor medida, según los hayan educado sus padres, pueden ser caprichosos durante todo el año, pero la llegada de las fiestas navideñas son propicias para que el problema se exacerbe. os grandes centros y superficies comerciales, los medios de comunicación -sobre todo la televisión- y la sociedad en general dirigen a los más pequeños (también a los adultos) múltiples mensajes que fomentan, en muchos casos, deseos exagerados y ansiedad por poseer determinados regalos. Ante este bombardeo mental dirigido hacia el consumo, ¿cómo actuar? ¿Dónde está el límite?

os psicólogos, pedagogos y en general los expertos recomiendan evitar los caprichos y peticiones desmesuradas. as consecuencias de ceder suele ocasionar insatisfacción en los niños, pese a recibir todo o más de lo que esperaban, lo que genera, a su vez, berrinches, rabietas, enfados y malos ratos entre ellos y sus padres. os especialistas en educación recomiendan administrar de manera sensata el dinero en las fiestas navideñas, entre otras cosas porque comprar a los niños todos los juguetes y regalos que piden perjudica su proceso de maduración. Si ellos se acostumbran a conseguir todo lo que quieren con solo pedirlo, pueden hacerse demasiado vulnerables a las decepciones y frustraciones cuando crezcan, y entonces, ¿qué pasará cuando descubran que no es así como funciona la vida en realidad? Y aquí es donde los padres, abuelos, tíos y demás familiares tienen una gran responsabilidad, pues, además de gastarse un dinero que precisan para otras necesidades, están fomentando en los niños un afán consumista tan desmedido que les perjudica enormemente de cara a su maduración.

Es casi seguro que el niño reciba regalos de varios familiares. Regalos que a veces el pequeño no valora porque no le interesan. Su atención se centra sólo en aquellos que él ha pedido, al resto ni les da el menor valor, ocasionando el disgusto del familiar que los ha regalado.

os niños son muy susceptibles y no escapan a las comparaciones. as diferencias entre la cantidad y clase de regalos obtenidos por otros compañeros o amigos y los propios pueden hacer saltar las alarmas en un pequeño caprichoso. Esto ocurre también si el niño se enfada porque este año ha recibido menos cantidad de juguetes que en años anteriores. Por eso, para evitar conflictos, es importante enseñarle a valorar lo que tiene, sea esto mucho o poco.

Para frenar a un niño caprichoso en Navidad hay que tener en cuenta los ejemplos que recibe. Si el pequeño crece en un entorno donde los mayores se dan muchos gustos, compran casi todo lo que desean y sufren cuando no pueden hacerlo, será muy difícil que el niño no lo pase mal cuando no obtenga lo que quiere. Así, no debemos olvidar que los niños aprenden sobre todo por imitación y toman como modelos de conducta a los mayores que tienen más cerca.

a crisis económica motiva que el dinero invertido en regalos sea inferior a años anteriores, por consiguiente, ya que los regalos han de ser menos, sería deseable que estuvieran bien elegidos, sobre todo para los niños.