Este periódico, en su número correspondiente al pasado lunes, 31 de diciembre de 2012, último de ese año, y no quiera Dios que se repita, como todos los anteriores desde que el Partido Socialista, del nefasto José Luis Rodríguez Zapatero, comenzó a gobernar en spaña, deseo a los lectores y a todo el mundo en este Archipiélago, como es correcta costumbre, un feliz 2013 y siguientes. Pero ¿cómo puede esperarse esa felicidad si, en la misma primera página de este número, el periódico da la noticia de que "el año nuevo llega con impuestos más elevados y recortes en las deducciones? Y, en lo que respecta a Canarias, el pacto entre nacionalistas y socialistas supera los actuales embates del Partido Popular. Pues, claro, como dice el diario, que 2013 asoma igual o más sombrío, mientras el país sigue en recesión y no se descarta un rescate, al tiempo que el Gobierno aplicará, en el nuevo año, impuestos más altos y elimina la deducción por vivienda y, además, desde el 1 del actual, se alargará progresivamente la edad de jubilación. Rajoy cerrará el año 2012 en recesión, que se prolongará durante todo el año que viene, y enfrenta el ejercicio bajo la sombra de un segundo rescate planeado sobre la economía y queda bajo duda en varios organismos. Y la cosa está más clara que el agua porque de estas medidas se deduce que Rajoy no es el hombre o la persona que necesita spaña y no sé si adelanto mucho los acontecimientos, pero parece como si el tema del cambio de Rajoy en el jecutivo estuviera más cerca de lo que se esperaba y para los españoles y, de momento los canarios, parece que la única solución es esa. Nos asombra a muchos tal situación y como se presenta, porque en el extremo en que estamos llegando no hay que tardar en llevar a cabo las reformas necesarias, también en el aspecto político mencionado, que es fundamental para poner definitivamente el orden que hay que poner para, con el cambio de año, vengan nuevas perturbaciones de la agitada vida que se ha implantado en la mayor parte de spaña, porque hay comunidades como, por ejemplo, la de Cataluña, metida en el conflicto del soberanismo, que perturba la actualidad política ya bastante perturbada.