Dice Gonzalo García Pelayo, un sevillano nacido en Madrid y personaje singular donde los haya, que los curas no pueden casarse porque si tuviesen mujer e hijos nunca irían a la leprosería. Puede ser. e lo que no cabe duda alguna es de que un político, de forma especial si milita en un partido progre o nacionalista, no puede tener un patrimonio parco porque en ese caso serían tan grandes sus preocupaciones, que no le quedaría tiempo para pensar en los problemas de sus ciudadanos. Motivo por el cual Casimiro Curbelo ha multiplicado sus posesiones inmobiliarias con la misma -y milagrosa- facilidad con la que Cristo multiplicó los panes y los peces. La caridad -o la buena vida- bien entendida empieza por uno mismo.

Mutatis mutandi, ¿podría Paulino Rivero pensar, y aun solucionar, los problemas de los canarios si en vez de vivir en un palacio tuviese que guarecerse de la intemperie en una chabola de cartón levantada de la mañana a la noche en el Pancho Camurria? Por supuesto que no. En ese caso las preocupaciones de nuestro presidente serían otras; verbigracia, tener un techo decente. Motivo por el cual tampoco resulta aconsejable para el vernáculo de El Sauzal pasar la Nochebuena y la Nochevieja en Canarias. Le sale a cuenta irse a Madrid. No únicamente porque a Rivero, como a todo nacionalista canario, le encante estar en Madrid, sino porque tal vez la situación de su archipiélago le amargaría estas celebraciones. Supongo que ambos desplazamientos a la capital del Reino los ha pagado de su bolsillo. En cualquier caso, ha dispuesto que le reserven la sala de autoridades porque, de la misma forma que los árboles no dejan ver el bosque cuando uno está dentro de la foresta, mezclarse con la plebe le restan posibilidades a Rivero de apreciar la magnitud del desastre que él, con su probada inoperancia, ha contribuido a crear. No olvidemos que los problemas de Canarias siguen sin resolverse porque ni él, ni ninguno de los consejeros de su Gobierno tiene cacumen para más.

En definitiva, es una crueldad absolutamente despiadada afearle a nuestro "presi" que tenga casi a punto su nueva mansión en El Sauzal. Un político mal alojado es, insisto, un político ineficaz. Me temo que en el caso de Rivero su eficacia como gobernante no mejoraría un ápice aunque lo metieran en una de esas mansiones que compran los gringos ricos por el "módico" precio de seis o siete millones de dólares, pero tampoco quiero ponerme exigente el último día del año y pedirle peras al horno.

Ironías al margen, algún día la gente se dará cuenta del engaño nacionalista. Antes o después comprenderán los votantes hasta qué punto han sido timados por estos trileros de la política, aunque después de todo Rivero es un pobre diablo. Hay diablos grandes, como los Pujol y compañía, a los que también les gusta México.

Fíjense qué casualidad más casual. Espero que cuando los canarios se caigan de la higuera como cayó Pablo del caballo no sea demasiado tarde.

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