Han pasado nueve años y seis meses de su derribo por sorpresa (dos días después de las elecciones locales de mayo de 2003) y sin que su nombre surgiera ni en la campaña electoral ni en el programa de CC. Han transcurrido siete años y nueve meses de la polémica y casi trágica vuelta de la pala, los 19 días de acampada de los vecinos y miembros del sobrevenido Movimiento Atlante, y cinco años (noviembre de 2007) de la definitiva sentencia judicial que hizo doblar la rodilla al gobierno local (aunque en abril de 2008) y la empresa Pejomar, prometiéndose entonces una salida en forma de plaza u otro equipamiento público que, de momento, sigue como entelequia.

Ha pasado todo este tiempo y múltiples cosas, pero los restos del teatro Atlante siguen igual, con el creciente "tocado" de mala hierba colonizándolos y la amenazante y sempiterna presencia de una pala en sus instalaciones. Eso sí, los vecinos más cercanos se quejan ahora de que el otrora referente cinematográfico de la Villa (junto al "Cine de Arriba") se haya convertido, además, en un foco de ratas y garrapatas, denostado insecto que no es bienvenido en algunas de esas casas y que ha sido detectado al menos por una de las vecinas en sus plantas.

Dicha residente se queja del abandono "total" de un inmueble ubicado en pleno casco histórico y alerta de la mala imagen turística que supone. Por eso, dice no solo apelar al bienestar de los vecinos, "sino también a la imagen que damos a todos los turistas que se acercan al centro de la Villa y cruzan esta vía y se topan con esta escena".

Escombros y suciedad

Entre otras cosas, lamenta que "no existan aceras en toda la parcela del Atlante" y que las restantes estén en mal estado, así como los socavones que presenta la calzada. También llama la atención sobre la acumulación de "escombros, ruinas, suciedad y ratas, no solo en la parcela del Atlante, sino en las otras casas deshabitadas y en estado ruinoso", también adquiridas en su momento por la empresa para levantar un edificio de viviendas de seis plantas, pese a que la número 26, de la calle Nicandro González, tenía valor patrimonial, según el propio Cabildo insular.

Esta vecina señala, además, que algunos residentes han tenido que proteger su vivienda "cubriendo los muros lindantes con chapa para que las ratas se deslicen", situación que se agrava en la zona por "la suciedad que dejan los clientes de una hamburguesería del lugar: latas, bolsas plásticas, restos de tomate, cebolla...".

Denuncia, asimismo, la inseguridad existente "por el fácil acceso desde las vallas de la calle". De hecho, indica que, "en repetidas ocasiones, se ha contactado con la Policía Local y han hecho acto de presencia, no quedando claro con qué fines algunos jóvenes (en una ocasión un adulto de mediana edad) tienen ese lugar como punto de reunión".

Esta vecina critica que no se haya cumplido la moción del PSOE, aprobada por unanimidad en marzo pasado, que planteaba que se adecentara toda la zona y se buscara una solución definitiva para las ruinas.

Esta iniciativa proponía al ayuntamiento que retomase los contactos con los propietarios para definir un uso para la parcela y que, como primera actuación, ordenase la limpieza de la zona "para acabar con el lamentable aspecto que presenta". Sobre todo, se hacía hincapié en el estado de la fachada, que da a la calle Juan Padrón, en la que vive la citada vecina. Los socialistas consideran que esa parte ha de presentar "un aspecto más apropiado a la zona en la que se encuentra".

Demasiados años

El PSOE recordaba en su moción que habían pasado varios años desde que el consistorio renunció a interponer más recursos judiciales y que, además, el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico otorga a esa parcela una finalidad de uso público. Asimismo, recalcaba el "grave revés que supuso para el gobierno de CC la contundente sentencia del 2 de noviembre de 2007 del TSJC, que anuló la concesión de la licencia de construcción otorgada por el ayuntamiento el 20 de agosto de 2004 y su convalidación por parte del Cabildo".

CC anunció en abril de 2008 que no presentaría más recursos, aclaró que el edificio "ni se puede ni se podrá realizar y que la parcela será pública y de uso social, educativo y cultural, abogando por abrir una negociación entre todos, las fuerzas políticas y la empresa".

En línea con la vecina, los socialistas advertían en marzo que, tras cuatro años, el solar sigue igual: un montón de escombros y basuras y, posiblemente, nido de ratas, en pleno casco para vergüenza de propios y extraños".

Aunque consciente de las dificultades económicas, la moción indicaba que era el momento de comenzar a dar pasos en esta línea, pero siguen esperando.