LA MAYOR metedura de pata de algunos hombres del Realejo Bajo fue haber aceptado la unión con el Realejo de Arriba, dado el abandono al que nos han sometido desde que Franco era cabo.

Don Óscar Siverio, por una parte, como alcalde del Realejo Bajo, y don Nicolás González del Carmen, como alcalde del Realejo de Arriba, y en contra de muchos ciudadanos, hicieron lo que nunca habían tenido que realizar en aquellos tiempos: la unión de ambos Realejos, para desgracia del municipio de Abajo, tal y como lo vemos ahora, después de tantos años, en pleno abandono. En aquellos años mandaban el alcalde, el cura y el boticario. Todos los demás sobraban, y solo servían para acudir al ayuntamiento a discutir.

El Realejo Alto nunca tuvo buenas intenciones con el Realejo Bajo, salvo su alcalde, don Nicolás, que pretendía unir a ambos municipios a toda costa, y se metió en el bolsillo al bueno de don Óscar, que cayó en la trampa.

Ahora que nos acercamos a casi los sesenta años de una unión que en nada ha beneficiado al Realejo Bajo, vemos cómo en el Realejo de Arriba encontramos todas las dependencias municipales, mientras en el de Abajo solo, y para consuelo de los tontos, nos han dejado una simple estafeta de Correos que tiene los días contados. Todo lo demás lo encontraremos Arriba, incluso el ayuntamiento, que era la ilusión de ellos, y que la lograron por haberse quemado el convento de las monjas, lugar en el cual el Realejo Bajo tenía su ayuntamiento.

Yo no sé quién o quiénes realizaron el negocio, pero lo cierto es que al Realejo Bajo le bajaron los pantalones hasta los pies, y los buenos vecinos de Abajo se quedaron tan campantes.

Ahora, en plena democracia, vemos cómo los candidatos a la alcaldía son de Arriba. Al parecer, Abajo no hay gente competente ni dispuesta para ocupar el puesto de alcalde, y ellos, como son más inteligentes, utilizan cualquier mariguaña para que sus objetivos prevalezcan allí por muchos años, y así lo han logrado.

Ni con elecciones ni sin elecciones el Realejo Bajo resucitará. Ni tampoco lo harán resucitar mientras en este municipio no se cambie la estrategia.

No cabe duda de que nos ha tocado bailar con la más fea, y el caso lo tenemos ante nuestros ojos, con un casco histórico que no interesa conservar, mientras la Asociación de Vecinos Las dos Palmeras, de este lugar, está a punto de enterrar el pico, porque ni los socios ni el presidente han dado muestras de preocupación por este histórico rincón, y porque nada les duele.