COMO ya nos estamos acostumbrando a recibir órdenes de algunos candidatos que muy pronto veremos en las listas, no estaría de más indicarles, en primer lugar, que sean democráticos y que escuchen la voz de los ciudadanos, no sea que les pasen factura.

Da igual la titulación que tengan, pero la más válida es la de la vía democrática para aquel que sepa aceptar la Constitución y las reglas de juego. El que no acepte ese compromiso nada tiene que hacer en el mundo de la política, a la que todos quieren llegar en busca de una buena hoja salarial. Otros dicen que si llegan al ayuntamiento no cobrarán un céntimo porque van a trabajar por el municipio y sus vecinos, aunque esto yo no me lo creo, visto lo visto y a estas alturas, donde todo aquel que quiere un puesto en el ayuntamiento lo hace para recibir un buen sueldo que sale de los bolsillos de los ciudadanos, incluyendo a los parados de larga duración y pensionistas, porque aquí no hay quien se escape; y que no nos vengan con mentiras o falacias, pues sabemos cómo y a qué precio suelen vendernos la moto.

Aquellos tiempos en que los concejales y alcaldes no recibían un sueldo ya pasó a la historia. Ahora nadie se mete en política por amor al pueblo ni al prójimo. Lo que buscan los políticos es estar en la poltrona 4, 8, o 12 años para "llenar las alforjas" con sus elevados sueldos, y hacen todo lo posible por llegar al poder convenciendo a la ciudadanía. De tal manera que le presentan un programa a todo color, con las fotos más llamativas, con el fin de conquistarla, aunque lo gráfico del programa no sea todo de su propia cosecha. Ahí tuvo mucho que ver el Plan E y que no se menciona para nada. Dicho sea de paso.

Lo curioso del tema es que días atrás hemos visto cómo se estaban tomando algunas fotos en la mal llamada Zona Comercial Abierta de San Agustín y otros lugares para ilustrar algún panfleto de quienes, una vez más, quieren seguir montados en su burro no sabemos hasta cuándo.

Vergüenza deberían tener algunos e irse a su casa ya que sus estrategias les han pasado factura. Y aquellos que tan felices se las tenían si llegaban al ayuntamiento, resulta que han puesto una losa muy pesada, que ni ellos mismos son capaces de desplazar.

Y para quedar bien ante la parroquia, después de tantos fallos cometidos pero no reconocidos, llegan las rayas amarillas a toda prisa, para que quienes llegaban el pasado 22 de enero a Los Realejos con motivo de la Festividad de San Vicente no notaran la ridícula imagen de un casco histórico ido de la mano de quienes nos están gobernando en minoría. Rayas amarillas y blancas que sirven para ocultar el poco empeño en mejorar este lugar, y que quieren disimular con cuatro brochazos cada vez que llega enero; cuando las autoridades religiosas, civiles y militares acompañan El Pendón en procesión cívica, hasta la ermita de San Vicente.

Atrás, y en el corazón de los realejeros, sentimos vergüenza ajena, de cómo el ayuntamiento trata este emblemático rincón, tan mal cuidado por algunos políticos a los que ni siquiera les duele la cuna donde nacieron.