LA RIQUEZA del idioma castellano es incontestable y rotunda por las innumerables acepciones contenidas en su prolija lexicografía, en comparación con el resto, de ahí que para muchos extranjeros que pretenden hablarlo aprecien o sufran su complejidad. Cada palabra con su significado y significante encaja en el sistema lingüístico como una pieza de ajedrez, cada término posee vida propia mientras se relacione con el conjunto. Sin embargo, sin ánimo de marear la perdiz, me he detenido a meditar sobre las variables del léxico lengua. Un término que posee muchos significados y que adquiere un valor en función del contexto que se utilice: idioma, órgano bucal, calificativo de hablador, y ni qué decir tiene de los usos que se le pueda dar. En el Norte de la Isla de Tenerife se estila la expresión, "en lenguas del Puerto te veas...", que equivale a una maldición de caer en la desgracia de la crítica merecida o injusta, constructiva o destructiva.