El avance del proyecto del tren del Norte se ha convertido en una pesadilla para centenares de vecinos de Santa Úrsula. El trazado elegido inicialmente para la localidad se lleva por delante alrededor de 200 viviendas y casi una veintena de negocios, sobre todo en El Chapatal, Lomo Román, San Luis y El Calvario. La noticia ha caído como una bomba en el municipio y, a pesar de que Metropolitano de Tenerife ha anunciado de forma inmediata que modificará el trazado para evitar tantas afecciones, reina la desconfianza. EL DÍA recorrió ayer las zonas afectadas y prácticamente ningún vecino ha bajado la guardia. Nadie se cree nada. Todos quieren compromisos por escrito, papeles firmados, mapas sin vías de tren sobre sus casas. Quieren creer, pero dudan. La frase más repetida mezcla la incertidumbre y el deseo: "A ver si es verdad..."

El Cabildo insular, a través de Metropolitano de Tenerife, empresa que gestiona la implantación de los sistemas ferroviarios en la Isla, presentó el martes a los vecinos de Santa Úrsula una alternativa que contempla ubicar uno de los siete intercambiadores del trazado norteño en la zona de La Quinta. Esta modificación supone que la parada se situará por debajo de la autopista, más cerca del mar, lo que eliminaría las afecciones previstas en el casco del municipio. La desconfianza vecinal se basa en un dato: esta propuesta está condicionada a los múltiples estudios técnicos que se deben realizar en torno al emplazamiento y a su accesibilidad.

El consejero insular de Economía y Competitividad, Carlos Alonso, explicó a EL DÍA que este trazado "genera menos afecciones que la que está y supone un coste menor con respecto a las inversiones necesarias para ubicar el intercambiador en el lado más cercano del pueblo, que era de un coste adicional de 18 millones de euros, ya que hubiese sido necesario soterrar la parada, algo que ahora no tiene por qué ser así".

El cambio propuesto por Metropolitano de Tenerife se hizo público el martes, durante una asamblea informativa celebrada en el teatro cine de Santa Úrsula, ante centenares de vecinos. Ese mismo día por la mañana, unos 200 afectados habían asistido a una reunión en el Ayuntamiento norteño. La rápida rectificación de Metropolitano ha suscitado desconfianza entre algunos afectados, que no entienden "cómo es posible que en cuestión de horas, después de armarse un gran revuelo social, ya se haya decidido cambiar la ubicación de la parada y todo el trazado en la zona".

Todos los afectados consultados ayer por este periódico coinciden en criticar la falta de información. A pesar de que el avance estaba publicado desde el día 31 de diciembre, la mayoría se enteró de las afecciones del trazado esta misma semana. La colocación de carteles informativos anónimos resultó clave para que la noticia se extendiera rápidamente.

Vecinos de las 50 viviendas sociales de San Luis, en El Calvario, lamentaban la falta de información en una zona "donde hay mucha gente mayor y la mayoría no tiene estudios". Prueba de la confusión existente entre algunos afectados es el testimonio de una vecina que, confundida, indicaba que el plan del tren "sólo está metido en los ordenadores".

Los afectados reconocen que viven con angustia una situación que les puede dejar sin sus viviendas o negocios. Algunos tendrían que dejar sus casas después de cuarenta años, pero también hay edificios construidos hace sólo dos, cinco u ocho años cuyos habitantes, más de un centenar, temen quedarse sin casa, pero con cuantiosas hipotecas pendientes. Un taller de chapa, varios bares, dos supermercados o un restaurante montado hace sólo tres meses son otras de las posibles víctimas del tren.

La mayoría defiende el proyecto ferroviario, pero con muchas menos afecciones a los vecinos. El Ayuntamiento de Santa Úrsula también es blanco de las críticas de quienes acusan al gobierno de no informar a la ciudadanía, a pesar de que el alcalde, Ricardo García, ha pedido que "no se tire ni una casa". Por si acaso, los vecinos van a constituir una plataforma en defensa de sus viviendas y negocios. Aún queda lejos, pero ya se escucha el chucuchú del tren.