EL SALTO de la estrechez a la holgura es todo un prodigio cuando conduce a la plena libertad. Un paso hacia el interior de nosotros mismos que nos permita sumergirnos en las aguas procelosas del subconsciente indiscreto y siempre esquivo, muy especialmente, sin perecer ahogados, cuando la agonía se torna una araña que rompe sus redes y cae al vacío. Egipto representaba, en la antigüedad, esa angostura y sumisión del espíritu al lodo de la esclavitud. Como otrora, al ser humano le corresponde elevarse sobre ese cerco material que terminará por hundirlo en la nada.