Un total de 382 operaciones, 2.632 inmigrantes interceptados y 178 responsables de redes de tráfico de seres humanos arrestados es el balance de la actuación del Equipo Conjunto de Investigación (ECI) formado por agentes de las policías española y mauritana para controlar la inmigración irregular.

Son los resultados en cifras de una colaboración que se inició en 2008 y que ha permitido prácticamente cerrar la vía mauritana de llegada a Canarias de inmigrantes irregulares en patera o cayucos.

El inspector jefe responsable de Inteligencia de Análisis y Riesgos de la Comisaría General de Extranjería y Documentación de la Policía Nacional, José Nieto, asegura que la creación de ese ECI ha frenado las oleadas de inmigrantes que en la llamada "crisis de los cayucos" llegaban a España desde Mauritania.

Nieto recuerda que en 2006 más de 31.000 inmigrantes entraron en Canarias de forma irregular, una cifra que hubo que "frenar" y que en los últimos tiempos ha quedado reducida a unos 1.000 anuales, aunque no todos llegan desde Mauritania.

En aquellos años, Mauritania y Senegal eran los países desde donde partían la mayor parte de los cayucos.

La operación Hera de Frontex centró su control en Senegal y las redes de tráfico de inmigrantes se desplazaron hacia Mauritania para canalizar el flujo migratorio de la ruta atlántica, procedente de los países del Sahel.

Y lo hicieron porque otra ruta, la que permitía dar el salto de los 90 kilómetros que separan El Aaiún, en el Sahara Occidental, de Fuerteventura también se cortó por la colaboración de Marruecos, que levantó los campamentos de subsaharianos.

Así las cosas, Mauritania era un país perfecto para las redes, sobre todo su gran puerto pesquero de Mouadhibou, en ese momento sin control administrativo y policial y desde el que partían embarcaciones de pesca con 50 o 60 inmigrantes a bordo para una capacidad inferior a diez. Pagaban a las redes por el viaje entre 1.000 y 1.500 euros.

Conscientes de la necesidad de vigilar ese puerto, España y Mauritania, relata Nieto, decidieron crear en 2008 un ECI formado por cinco policías de cada país que en Mouadhibou controlan las matrículas de las embarcaciones, cotejadas además en una base de datos conjunta, y la salida de aquellas.

Se "erradicó de forma fulminante" la llegada de inmigrantes irregulares a España desde ese puerto, casi blindado ya, dice Nieto, quien detalla que además de controlar esa instalación, los agentes recaban datos sobre las redes para prevenir esta actividad y contactan con los agregados de Interior de los países de tránsito para trasmitirles una "información estratégica".

Las fronteras de África son "permeables y porosas", indica Nieto antes de resaltar el trabajo del ECI en el denominado Pk 55, en la frontera de Mauritania con Marruecos, donde se ha montado otro puesto de control. Y en condiciones más habitables que las que existían antes de la creación del equipo.

Los policías españoles, que van rotando cada seis meses pero nunca a la vez, forman a los agentes mauritanos, sobre todo en la identificación de documentos falsos.

José Nieto explica que en los puestos fronterizos habilitados donde trabajan se fotocopian los pasaportes de todos aquellos que salen de Mauritania, de tal manera que aunque el inmigrante rompa su documento -algo que suele hacer- esa copia facilita su identificación cuando llega a un Centro de Internamiento.

Desde la Comisaría General se está en contacto permanente con los agentes españoles del ECI. Así, según Nieto, en 2013 hubo 369 comunicaciones -una diaria-, al año siguiente 425 y este 360.

Una de las últimas actuaciones del equipo ha concluido con el ingreso en prisión de dos miembros de una red que trató de introducir a 29 inmigrantes en Canarias y que intentaron camuflarse entre éstos. Fueron arrestados en el puerto de Arguineguín, en Las Palmas.

Nieto subraya las excelente colaboración con las autoridades de Mauritania, con el que existe un acuerdo para la devolución de los inmigrantes en 48 horas sin pasar por los CIE, y opina que si se extendiera esta fórmula de cooperación con otros países, se evitarían muchas muertes.

"Se sabe cuántos inmigrantes llegan, pero no cuántos partieron", resume Nieto.