A Arantza Quiroga aquellas palabras, procedentes del estrado de oradores del Parlamento Vasco, le sonaron a música nueva, le sonaron a oportunidad.

Fue el pasado 24 de septiembre, durante el pleno de Política General del Parlamento Vasco, cuando el portavoz de EH Bildu, Hasier Arraiz, anunció que sería padre próximamente y explicó que a sus hijas les contará que "la violencia es el peor camino, incluso cuando creamos que no existe otro camino".

La presidenta del PP vasco, que había acudido al pleno con una iniciativa bajo el brazo, con la intención de dar un paso y protagonizar una nueva etapa, debió de escuchar a Arraiz, su máximo antagonista político, y atisbó la posibilidad real de acelerar el deshielo en la escena vasca.

En ese mismo estrado Arantza Quiroga propuso ya ese mismo día la creación de una nueva ponencia parlamentaria que sustituyera a la paralizada comisión creada la legislatura anterior: "Tenemos que iniciar un nuevo camino juntos sobre algo tan simple como reconocer que ETA nunca debió existir y que matar no tiene ni tendrá ninguna justificación", dijo la ya expresidenta popular en su intervención ante la Cámara.

Una semana después, los máximos dirigentes de EH Bildu, Hasier Arraiz (Sortu), Pello Urizar (EA), Rebeka Ubera (Aralar) y Oskar Matute (Alternatiba) firmaron una carta publicada en varios diarios del grupo Correo en la que recogían la idea del líder de la izquierda abertzale de que "la violencia siempre es el peor camino".

Arraiz iba incluso más allá ese mismo día al asumir que la violencia siempre es el peor camino "antes, ahora y después", incluso "cuando uno piensa que no queda otra vía para dirimir una cuestión".

Quiroga no tardó en recoger este guante y el 2 de octubre, en el pleno de control del Parlamento Vasco, resaltó que las palabras de los dirigentes de EH Bildu tenían "una importancia" y se podían "tener en consideración", en un gesto inédito en el PP, que rara vez ha reconocido el valor de una posición pública de la izquierda abertzale.

No obstante, en ese mismo momento Quiroga emplazó a EH Bildu a tener "el valor de demostrar que estas palabras se traducen en un reconocimiento expreso y nítido de rechazo a la banda terrorista".

La pelota la devolvió Arraiz el 3 de octubre, antes de arrancar una manifestación en San Sebastián bajo el lema "Paz, decisión", donde aprovechó para ir otra vez un poco más allá y ofrecer a Quiroga la posibilidad de celebrar una reunión para "allanar el camino del diálogo", lo que fue descartado de manera inmediata por los populares.

La situación no aconsejaba una formalización de la relación entre el PP vasco y EH Bildu, pero Arantza Quiroga entendió que la distensión verbal favorecía su iniciativa de crear una nueva ponencia de "Libertad y Convivencia", tal y como la bautizó, que se aventuró a presentar, mediante una moción parlamentaria, el 6 de octubre.

Entonces Quiroga ofreció una rueda de prensa en San Sebastián en la que presentó un texto en el que no figuraba la exigencia de condena expresa de ETA, pero cuyo objetivo principal consistía en la "deslegitimación definitiva del terrorismo" y que exigía para alcanzar acuerdos el "rechazo de la violencia".

La presidenta popular abogó por no "encallarse en las palabras" y dejó claro que para cerrar en Euskadi un acuerdo que garantice la convivencia futura, resulta "imprescindible" el concurso de la izquierda abertzale.

Con su habitual celeridad en estas ocasiones, EH Bildu se dio por aludida y aseguró que la iniciativa del PP constituía "un buen punto de partida para llegar a un consenso amplio".

Hasta aquí el deshielo. A partir de aquí, el incendio entre los populares vascos, que un día después retiraron la moción tras las críticas vertidas, entre otros, por un peso pesado en el propio PP vasco y en el Gobierno, el ministro Alfonso Alonso, y por asociaciones de víctimas del terrorismo como la AVT, que vieron en la iniciativa una renuncia a exigir a la izquierda abertzale que condene el terrorismo de ETA.

Arantza Quiroga tragó con lo que le pidió su partido y retiró la moción con el argumento de que EH Bildu la había tergiversado, mientras dirigentes de su formación se distanciaban de ella molestos con la gestión -a su juicio desacertada- de una iniciativa que trataba de dar un giro definitivo en el papel de los populares en Euskadi, el paso de "la resistencia a la influencia".

Para Quiroga fue, como ha admitido hoy, la constatación de su fracaso al frente del PP vasco, que ha desembocado en su dimisión.