El expresidente de la Generalitat Jordi Pujol ha afirmado hoy ante la juez que ocultó durante años la fortuna que su padre Florenci legó a su mujer y sus hijos, porque tenía "miedo" de la repercusión mediática negativa que ello acarrearía, y ha argumentado que confesó en julio pasado por un "propósito ético".

En su declaración de hoy ante la juez como imputado por blanqueo de capitales y delito fiscal, a la que ha tenido acceso Efe, Pujol ha asegurado que conocía el origen de esta fortuna desde los años 60, pese a que su padre llevó el asunto con un "gran secretismo", y que desde un primer momento se desentendió totalmente de los fondos, hasta el punto de que ignoraba en qué país y en qué banco estaban ingresados.

El expresidente catalán ha justificado que ocultara durante 34 años la fortuna que su padre legó para su esposa y para sus hijos porque tenía "miedo" de sufrir una "repercusión mediática negativa", como considera que ha ocurrido ahora, ya que, de alguna forma, los fondos estaban relacionados con él.

A preguntas de la titular del juzgado de instrucción número 31 de Barcelona, Pujol ha asegurado que su confesión, en julio del pasado año, obedeció a un "propósito ético" y que convenía, de cara a sus hijos, explicar la procedencia "lícita" de un dinero que tenía fuera de España.

Pujol, que presidió la Generalitat entre 1980 y 2003, ha insistido en que los fondos ocultos no procedían ni de blanqueo de capitales, ni relativos a la corrupción, ni al cobro de comisiones ilegales, sino que tenían su origen en las ganancias "lícitas" que su padre obtuvo en los años 50 y 60 con la compra-venta de dólares.

Según Pujol, cuando su padre murió en 1980 y les dejó en herencia esta fortuna de 140 millones de las antiguas pesetas (en dólares) fuera del testamento, no quiso que se hicieran cargo de los fondos sus hijos, debido a la situación política en la España de la época y porque no todos ellos habían alcanzado la mayoría de edad.

Por este motivo, encargó a un amigo de su padre y también suyo, Delfí Mateu -que falleció a inicios de los noventa-, que administrara los bienes, por lo que se desentendió del asunto e ignoró en qué país estaban depositados y en qué banco y a nombre de qué persona, pese a que su padre le propuso dejarlos fuera de España.

Debido a su edad, Mateu dejó de gestionar el legado en 1989, por lo que esta labor pasó a manos de su primo Joaquim Pujol i Figa, que lo aceptó durante unos meses, aunque renunció poco después, ya que se quiso centrar en su labor como secretario general de la Presidencia del gobierno de la Generalitat que presidía el propio Jordi Pujol.

Por este motivo, según el expresidente catalán, a partir de 1990 fue su primogénito Jordi el que se encargó de gestionar los fondos.

Pujol ha insistido en que el objetivo de estos fondos era convertirlos en una especie de "hucha", no para especular, sino para asegurar el futuro a su esposa e hijos, ya que su padre Florenci veía con recelo que les pudiera mantener por su dedicación a la política.

El expresidente catalán ha reconocido que ignora cómo fue gestionada la fortuna una vez que fue asumida por sus hijos, ni a cuánto ascendía, ni cómo se la repartieron, ya que cada uno podía obrar con autonomía en relación con su propio dinero.

Por este motivo, ha insistido Pujol ante la juez, no sabía si el capital seguía o no en el extranjero, pues no quería "saber nada de ello", pese a que ha acabado admitiendo, a preguntas del abogado del Estado, que siempre tenía "alguna información" al respecto.

Según Pujol, sus hijos le comunicaron que habían regularizado su fortuna ante Hacienda -el pasado año- cuando la decisión ya la habían tomado, por lo que quedó "absolutamente al margen" de esta medida.

El expresidente catalán ha asegurado que no se consideró desheredado por su padre, ya que dichos fondos fueron a parar a su esposa y a sus hijos y porque fue él quien los rechazó.

Además, ha alegado que cuando su hermana y su cuñado dijeron que no estaban al corriente de esta fortuna era porque su padre Florenci llevó todo este proceso "con un gran secretismo".

Según Pujol, su padre logró amasar un gran patrimonio, pero su fortuna se fue reduciendo en sucesivas crisis, por lo que la hermana del expresidente catalán no pudo ser compensada finalmente con el dinero del legado dejado a Marta Ferrusola y a sus hijos.

Por su parte, los hijos de Pujol también imputados en la causa, Marta, Mireia y Pere, han asegurado ante la juez que desconocían cómo se administró el legado y han sostenido que la fortuna pasó de los 140 millones de pesetas iniciales a casi 500 millones de pesetas por la "magnífica" gestión de Delfí Mateu.

Además, han coincidido en sostener ante la juez que su padre se desentendió de estos fondos y que decidieron regularizar su fortuna oculta en Andorra en una reunión familiar después de que apareciera en la prensa información "muy fidedigna" y "muy precisa" del dinero que tenían en bancos andorranos.

Pere Pujol ha corroborado ante la juez que no afloraron antes esta fortuna por el miedo al "daño político" que podrían causar a su familia y ha admitido que no llegó a tiempo para acogerse a la amnistía fiscal impulsada por el Gobierno del PP, si bien ahora cree que habría sido mejor haberlo hecho en su día.

Por su parte, Marta Pujol Ferrusola ha asegurado que no guarda ningún tipo de documentación sobre estos fondos, ya que nunca la ha tenido, y ha alegado que a Andorra "no vas con papeles arriba y abajo".