"Las máximas garantías sólo las dan unas elecciones convertidas en referéndum. Es la única manera de hacer la consulta definitiva". Si alguien se preguntaba por el "Plan B" del president Artur Mas, en sus palabras de hoy hallará las claves: consulta sustitutiva con aroma de elecciones plebiscitarias.

El presidente de la Generalitat, Artur Mas, ha reconocido hoy que la "porcelana" del consenso soberanista se resquebraja y, en un intento de salvar su promesa de sacar las urnas el 9N, ha planteado una consulta sustitutiva que permita servir de "válvula de escape" de las movilizaciones populares en favor de poder votar.

Pero al mismo tiempo, Mas ha dejado entreabierta una puerta para un adelanto electoral en clave plebiscitaria, una opción que le permitiría "legitimar" esa consulta alternativa que ha planteado sin el beneplácito del bloque soberanista pero que, pese a todo, no vetará su principal aliado, ERC.

Mas siempre admiró a John Fitzgerald Kennedy, pero probablemente habrá pensado estos días en la placa que otro presidente estadounidense, Harry Truman, tenía en su mesa del despacho de la Sala Oval con la leyenda "The Buck Stops Here", algo así como ''he aquí el lugar donde recae finalmente toda la responsabilidad''.

Con una consulta suspendida cautelarmente por el Tribunal Constitucional y sin indicios de que éste se pronuncie antes del 9N, Mas tuvo que arriesgarse anoche a romper la "porcelana" del consenso soberanista y buscar una salida a su presidencia aun a costa de descafeinar una consulta que firmó con toda la solemnidad posible.

Si Mas logra llevar a cabo esta consulta alternativa, el continente prevalecerá sobre el contenido porque, en el caso de prosperar su propuesta de 9N -el Gobierno esperará a ver "negro sobre blanco" antes de actuar- se estaría ante una consulta sin censo, sin funcionarios, sin campaña, sin colegios electorales, sin resultados al cierre de urnas...

Tan sólo "urnas, locales abiertos y papeletas", ha prometido Mas. Y le han caído chuzos: un "sucedáneo" de consulta, a juicio de ICV, un "engaño" al parecer del PSC, un "simulacro", asegura el PPC, un "ridículo", opina Ciutadans, una "consulta partidista", clama la CUP... Una "ocurrencia" ha sentenciado el Gobierno.

¿Y ERC? anoche la primera reacción sonó como un trueno: lamento por la "renuncia" de Mas y apuesta por una "inmediata" declaración de independencia.

Hoy, a la luz del día, reacción táctica: dejar hacer a Mas, pero dando un doble paso lateral: lejos de la consulta alternativa y también ajeno a los cantos de sirena de Palau para hacer una lista conjunta electoral con CiU.

Mas ha intentado hoy ganar tiempo, o al menos, poner en modo de cámara lenta un proceso soberanista que hasta anoche evolucionó a velocidad de vértigo e implicar a sus aliados en una decisión que, en principio, sólo le corresponde a él: adelantar las elecciones.

Al instar hoy a los partidos soberanistas a que le planteen un adelanto electoral, Mas ha intentado situar la pelota en el tejado de ERC, haciendo gala de que la "astucia" no sólo reside en mantener la tensión con el Estado (el "adversario", como asegura) sino también en manejar los tiempos políticos aprovechando la dualidad de Junqueras como principal socio y,a la vez, jefe de la oposición.

Y como siempre, Junqueras ha seguido su camino: no negarle su ayuda a Mas pese a que persista en la consulta alternativa en tanto que aliado de CiU pero -con el sombrero de jefe de la oposición- acusándole de "romper" la unidad y apremiándole a que convoque elecciones sólo si se celebran para declarar la independencia.

Probablemente, tanto Junqueras como Mas estarán muy atentos a la movilización que la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural mantienen para el próximo domingo y en la que se prevé que de nuevo insten a la unidad política para salvar el denominado proceso soberanista. ¿Un ensayo del ensayo de la consulta?

Por su parte, el Gobierno "analizará" el último, o mejor dicho, el penúltimo paso de Mas y, en consecuencia, no habrá precipitación a la hora de responder, según fuentes del ejecutivo de Mariano Rajoy.

El caso es que en el horizonte político catalán se perfilan cada vez más nubes electorales. De hecho nunca han desaparecido del todo y ya forman parte del paisaje porque, de convocarse, serían las terceras elecciones autonómicas -el término "plebiscitarias" no existe formalmente- en tan sólo cuatro años de gobierno de CiU.