A lo largo de los más de treinta años de la España autonómica ha habido más de cien gobiernos de coalición que, en la mayoría de los casos, no se han repetido, por lo que la disputa surgida en Andalucía, no es sino la confirmación de que éstos son muchos y mal avenidos.

Muchos lo dice la cantidad, más de un centenar, y mal avenidos, la realidad, porque algunas formaciones, como CC, UM o el PAR, una legislatura dan su apoyo al PP y, a la siguiente, confraternizan con el PSOE.

Aunque la crisis entre los socialistas e IU en el Ejecutivo de Andalucía por el realojo de familias de la corrala Utopía parece solucionada, los ecos del adelanto electoral persisten y este matrimonio de convivencia podría romperse.

En la actual legislatura autonómica, además de Andalucía, Canarias, Extremadura y Aragón tienen uniones de este tipo para poder gobernar, después de que Asturias, gobernada por los socialistas, rompiera sus lazos con UPyD e IU por desacuerdos con la ley electoral regional y Navarra dinamitara su acuerdo con los socialistas en 2012.

Cataluña cuenta con el apoyo parlamentario de ERC para sacar adelante sus iniciativas, mientras que en el País Vasco el PNV ha decidido gobernar en solitario con sus 27 escaños frente a los 75 de la Cámara.

En Canarias, su presidente, Paulino Rivero, lleva dos legislaturas de gobiernos de coalición y, aunque su formación, CC, no fue la ganadora en ninguna de las elecciones, Rivero, primero con el PP y luego con el PSOE, está al frente del Ejecutivo.

En Extremadura, su presidente, José Antonio Monago, gobierna con el apoyo de IU, después de casi treinta años de hegemonía socialista, y ha tomado una serie de decisiones, como la bajada de impuestos, bien distintas a las que lleva a cabo el PP en el Ejecutivo nacional.

En Aragón, la también popular Luisa Fernanda Rudi, preside la comunidad gracias al apoyo del PAR que, anteriormente, había facilitado que gobernara el PSOE, pero también el PP.

En Navarra nunca ha habido un Ejecutivo con mayoría absoluta y siempre se han alternado el PSOE o UPN e, incluso, alguna otra fuerza regionalista con el apoyo de uno de esos dos partidos en el Parlamento.

Así sucedió también en esta legislatura, cuando Yolanda Barcina (UPN) encabezó la lista más votada y formó Gobierno con los socialistas, aunque un año después, en el verano de 2012, el pacto saltó por los aires y Barcina destituyó al vicepresidente, Roberto Jiménez, por "comportamiento desleal".

Con sus 19 diputados frente a los 50 que componen el Parlamento, no ha vuelto a poder aprobar unos presupuestos ni sacar adelante sus iniciativas, al contrario la Cámara ha aprobado varias normas que han sido recurridas por el Gobierno foral o el central.

Hace unos meses, al igual que ocurrió en el verano del 2007, la Presidencia de UPN se tambaleó, al unirse los socialistas al resto de fuerzas de la oposición para presentar una moción de censura pero, en ambos casos, el PSOE nacional frenó esa posibilidad.

La anterior legislatura también fue prolija en gobiernos de coalición autonómicos, ya que a los ya mencionados, se unieron Cantabria, con Miguel Ángel Revilla, del PRC, al frente, con los votos del PSOE, y el País Vasco, con el primer lehendakari socialista, Patxi López, apoyado por una mayoría no nacionalista.

Se sumaron también Baleares, cuyo presidente, el socialista Francesc Antich, aglutinaba a una serie de partidos regionales; Asturias donde gobernaba el bipartito PSOE-IU y Galicia, con el acuerdo entre los socialistas y el Bloque.

Además de en Baleares, en Cataluña los gobiernos han rebasado el juego a dos bandas.

Así, tras décadas de gestión de CiU en solitario, la Generalitat fue dirigida en 2003 por el socialista Pasqual Maragall, con el apoyo de ERC y de ICV-EUIAE, que se reeditó en 2006 con José Montilla, como máximo responsable.

Frente a estas vicisitudes, otras comunidades, como La Rioja, Murcia y Madrid no saben lo que es negociar para continuar al frente de sus respectivos gobiernos.