Transcurridos 35 años de la aprobación de la Constitución en 1978 los constitucionalistas coinciden este jueves en que la Carta Magna ha quedado "desfasada" y que sería necesaria una reforma, en la que no cabría el derecho a decidir, que no reconoce ninguna Constitución del mundo.

LOS LOGROS DE LA CONSTITUCIÓN DEL 78

Para Luis Aguiar, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad Carlos III de Madrid, la ley fundamental "fue excelente" en 1978 porque era la que España necesitaba en ese momento, aunque admite que "se ha quedado vieja".

También lo entiende así el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad del País Vasco Javier Tajadura, quien subraya que es la primera Constitución "auténtica" y "de verdad" de "todos" los españoles en 200 años.

"La Constitución ha sido un éxito rotundo", afirma Tajadura tras recordar que la Carta Magna permitió superar "el trauma de las dos Españas" y, en última instancia, su gran éxito fue poner fin a la Guerra Civil.

"Fue un acta de paz y eso hay que recordarlo", recalca.

De lo mejor que nos trajo la Constitución, Aguiar elogia la declaración de derechos, mientras el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid José Antonio Sanz destaca el acuerdo que sentó las bases de un Estado social en el que se promuevan la libertad y la igualdad "material y efectiva" de todos los ciudadanos.

"Un modelo que ha de consolidarse y no desmantelarse", dice.

LA REFORMA PENDIENTE

La "asignatura pendiente" de la Carta Magna, según Tajadura, es su reforma porque todas las constituciones de países de nuestro entorno (Portugal, Francia, Alemania) han experimentado multitud de reformas y la española no se ha tocado en 35 años salvo dos pequeñas modificaciones en 1992 y en 2011.

"Se ha quedado totalmente desfasada", asegura el constitucionalista de la Universidad del País Vasco, que como ejemplo menciona que hasta hace dos años, cuando se introdujo el principio de estabilidad presupuestaria, no se aludía a la Unión Europea.

Algo que se debería hacer -a su juicio- es "europeizar" la Constitución, además de revisar el modelo territorial o replantearse el diseño de algunas instituciones, como el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y el gobierno de la Justicia, que en su opinión "es un tema que no se ha resuelto bien".

Por su parte, Aguiar -ex vocal del CGPJ- es partidario de una Constitución más ajustada al siglo XXI, que solucione la discriminación de la mujer en la sucesión a la Corona, que califica de "hiriente"; el Senado, cuyo papel ve hoy "incoherente", y el Estado de las Autonomías, que cree que se ha visto "desbordado".

En opinión de José Antonio Sanz, "tanta contradicción y ambigüedad inserta en el texto constitucional puede convertirse en su peor enemigo si no se afronta cuanto antes una reforma en profundidad que actualice su contenido y, de nuevo, ilusione a todos".

EL DERECHO A DECIDIR

Los constitucionalistas están de acuerdo en que el derecho a decidir, que hoy reclama Cataluña, no cabe ni en la Constitución del 78 ni posiblemente en ninguna otra.

"Una Constitución lo es de un Estado y el Estado es por definición estable y estático, permanente. Lo propio del Estado es su permanencia", señala Tajadura tras argumentar que "no hay ningún Estado del mundo que reconozca dentro de su propio ordenamiento la posibilidad de que ser destruido", que es lo que plantea el derecho de autodeterminación.

Aguiar es de la misma opinión: "si por derecho a decidir se entiende el derecho a la secesión, eso creo que no hay ninguna Constitución del mundo que lo pueda reconocer".

Sanz insiste en que las constituciones por definición buscan la "autoconservación de la integridad territorial del Estado".

"No obstante, si una población territorialmente asentada demanda con una mayoría muy cualificada su independencia desde un punto de vista democrático, se debería afrontar el problema y, en su caso, negociar los costes de una supuesta secesión", considera.

LA PROPUESTA FEDERAL DEL PSOE

Según Tajadura, en todos los países en los que hay demandas de autogobierno por parte de algunas regiones se resuelven mediante el expediente federal que garantiza las llamadas "lealtades compartidas".

En su opinión, el federalismo es una solución "plausible" que daría estabilidad y "pondría orden" en el actual modelo autonómico, que es tan abierto que "no se sabe hasta donde puede llegar", aunque el reparto de poder entre el Gobierno central y las regiones debería quedar claro en el propio texto constitucional.

Para el profesor Sanz, el modelo federal asimétrico debería introducirse en una futura reforma, pero tampoco cree que sirva para solucionar las aspiraciones independentistas.

LA AUSENCIA DE CONSENSO POLÍTICO

"El gran problema que tenemos hoy no es constitucional sino político", indica Tajadura al resaltar que para reformar la Constitución seria preciso al menos un consenso tan amplio como el que dio lugar a su nacimiento.

Sin embargo, "hoy por hoy eso no es posible", lamenta, al tiempo que confiesa "cierta envidia" de ver cómo en Alemania los grandes partidos son capaces de llegar a un acuerdo de coalición.

"Aquí no sólo no tenemos ese consenso, sino que se produce una ruptura de relaciones entre los principales partidos, un sectarismo muy grande, que no se corresponde con el deseo mayoritario de la sociedad", subraya.

El catedrático Luis Aguiar también ve inconvenientes en esa "acritud" entre las fuerzas políticas, pero afirma: "si la Constitución está para cambiarla, la actitudes de los partidos, también, las de algunos más que las de otros"