Transcurridas dos semanas que la etarra Inés del Río Prada salió de la cárcel gallega de Teixeiro, la terrorista no se ha dejado ver en público, ni siquiera en su pueblo natal de Tafalla (Navarra), una localidad de 11.000 habitantes donde muchos vecinos de su generación ni la conocen y donde ya no conserva lazos familiares directos.

Según informaron fuentes de la lucha antiterrorista, al menos hasta el año 2012, Del Río comunicaba a su centro penitenciario una dirección de referencia correspondiente a un domicilio situado en la calle Espronceda de Tafalla. Esa era la dirección más reciente de la que se tenía constancia, aunque no era la única.

En el pasado, también comunicó otra en el Parque de los Enamorados, número 14 de Pamplona, donde vive su hermana Cristina. También facilitó otra en la calle Nueva de la capital Navarra, sin que hasta el momento se le haya visto en ninguno de estos lugares.

La terrorista pasó 26 años en prisión en los que siempre se mantuvo fiel a las directrices que la banda imponía en prisión a su colectivo de presos. Fuentes penitenciarias recuerdan que era una interna reivindicativa que durante su estancia en prisión remitió decenas de escritos de queja o peticiones. Era habitual que manifestase su disconformidad por numerosos aspectos, entre ellos el horario establecido para el uso del polideportivo de la cárcel durante los fines de semana.

En su expediente constan seis sanciones por motivos disciplinarios como participar en las protestas organizadas del EPPK. Llegó a pedir su libertad condicional, pero se le rechazó. Sus años en prisión y los que permaneció en la clandestinidad hacen que Del Río estuviese casi 30 años sin visitar su pueblo.