Cerca de un millar de "indignados" que se concentraban anoche frente a la sede en Madrid del Ministerio del Interior fueron disueltos a la fuerza por la Policía. Los manifestantes llegaron ante la sede ministerial procedentes de la marcha que desde Gran Vía vienen secundando tras no poder acceder al interior de la Puerta del Sol.

Más de veinte furgonetas de la Unidad de Intervención Policial aparecieron cuando los congregados se acercaron al edificio para colocar un cartel que rezaba "Islandia es el ejemplo".

Al menos, se contabilizaron nueve "indignados" heridos, que fueron atendidos por el SAMUR. Asimismo, tres personas fueron detenidas.

Uno de los heridos, que se identificó como Luís, relató en declaraciones a los periodistas mientras estaba siendo atendido, que recibió un golpe en la cabeza con una porra.

Fuentes de comunicación del movimiento 15-M aseguraron que la carga policial fue "violenta e injustificada", ya que no hubo ningún tipo de provocación por parte de los manifestantes.

Estas mismas fuentes indicaron que intentaron reunir a los manifestantes en Cibeles para celebrar una asamblea urgente y aseguraron que los "indignados" se encontraban muy disgregados.

Tercer día de desafío

Un centenar de "indignados" mantuvo ayer en jaque a las Fuerzas de Seguridad, que tuvieron colapsada la Puerta del Sol con cierres de metro incluidos para evitar que acampasen nuevamente estos jóvenes, quienes se pasaron el día intentando entrar en la plaza y cortando el tráfico en la Gran Vía.

El movimiento 15-M reanudó ayer sus acciones callejeras con varios intentos infructuosos por retomar la plaza del "kilómetro cero" que, por tercer día consecutivo, estuvo bajo custodia férrea de la Policía.

Ante las críticas de los comerciantes, los turistas y el resto de ciudadanos que no podían ni visitar el área ni cruzar por ella, los manifestantes, muchos de ellos vestidos con atuendo alternativo, tatuajes, piercings y rastas, leyeron reiteradas veces el artículo 139 de la Constitución que reza que ninguna autoridad podrá impedir la libre circulación de personas por el territorio español.

Como consecuencia de las marchas, la estación del metro de Sol cerró sus puertas durante varias horas, al igual que las tiendas de la zona.

En la Gran Vía, por donde los "indignados" se desplazaron a la plaza de España para debatir en asamblea nuevas estrategias, protagonizaron algún encontronazo con los conductores a los que les impedían circular y que, como alguno de ellos decía, no entendían por qué tenían que pagar ellos este desaguisado.