El diputado general de Gipuzkoa, Martín Garitano, no acudió ayer a la tradicional misa que se celebra en la basílica de Loyola (Azpeitia) para conmemorar la festividad de San Ignacio, aunque sí aprovechó su presencia en Azpeitia para defender a los presos de ETA y pedir el fin de su dispersión.

Garitano, acompañado por otros diputados guipuzcoanos de Bildu y por la presidenta de las Juntas Generales, Lohitzune Txarola, se trasladó ayer a Azpeitia para tomar parte en el tradicional acto que se celebra frente al Ayuntamiento y la posterior comitiva de autoridades que va hasta la basílica de Loyola, donde tuvo lugar una misa oficiada por el obispo de San Sebastián, Jose Ignacio Munilla, a la que los integrantes del gobierno foral no han asistido.

Frente al templo, como otros años, se congregaron un centenar de familiares de presos de ETA, que coreaban consignas a favor de los reclusos y que fueron saludados por el diputado general y el alcalde del municipio, Eneko Etxeberria (Bildu), quienes fueron recibidos entre vítores y aplausos por los manifestantes.

El resto de autoridades, encabezadas por la consejera vasca de Educación y lehendakari en funciones, Isabel Celaá, sí acudieron a la misa, en la que Munilla pidió a ETA que exprese su "arrepentimiento".

Mientras se celebraba la misa, Garitano pidió, en declaraciones a los periodistas, "la inmediata derogación de la doctrina Parot, que es la cadena perpetua, el fin de la dispersión, la puesta en libertad de los presos que están enfermos y de aquellos que estén en condiciones de alcanzar la libertad condicional".

La lehendakari en funciones, Isabel Celaá, pidió a Bildu que "hable claro y fuerte pidiendo la disolución de ETA".