Las calles de Lorca muestran hoy a varios vecinos paseando por las calles con maletas con ruedas para entrar en sus viviendas ubicadas en edificios donde pueden alojarse, pero hay también casos de personas que no quieren entrar a sus casas aún pudiendo hacerlo porque ven que presenta grietas.

Hay personas que pasean con casco por las calles debido a que continúa el riesgo de que se caiga algún cascote, hay balcones que cuelgan o cristales rotos de las ventanas.

Escasos locales de venta de alimentos han sido abiertos al público, y en los que sí lo han hecho se ven en las cajas colas de personas aprovisionándose de víveres básicos como leche, pan y agua.

En la alameda de la Constitución las compañías aseguradoras han desplegado carpas para atender a clientes, y también se ve que las poquísimas cafeterías que han abierto, lo mas demandado es el tabaco.

Los semáforos no funcionan y los únicos vehículos que circulan por las calles son turismos de lorquinos para meter todos los enseres que puedan de sus casas y llevárselos a la vivienda de un familiar o amigo donde se cobijan, grandes camiones del Ejército, y patrullas de la policía que vigilan la ciudad, repleta de cintas policiales acordonando las aceras de los edificios mas peligrosos.

Dos grúas con operarios están estudiando la solución que darán al campanario de la iglesia de San Francisco, sede del paso procesionario azul, ya que se encuentra en muy mal estado y corre riesgo de derrumbarse sobre otros edificios, por lo que han instalado desde ayer un andamio de contención.

Por otro lado, la iglesia de Santo Domingo, sede del paso procesionario blanco, preocupa la cúpula que ha rotado sobre sí misma tras el seísmo.

La gente que ve un punto verde en el edificio de su vivienda y no se quiere quedar en sus casas lo hace porque en algún caso faltan tramos de escalera, porque la entrada está impracticable, entre otras circunstancias.

En el número 68 de la avenida Juan Carlos I ha pasado en las últimas 24 horas del rojo al amarillo y, finalmente, al verde, mientras que en el número 4 de la calle Floridablanca, en cambio, ha pasado del amarillo al rojo, en este caso mientras había personas dentro intentando sacar algunos enseres.

Otro caso curioso es el número 1 de la calle Predicador Juan Antonio Malo, en el barrio de San José, que está en amarillo, pero como los edificios de alrededor están muy dañados, ningún vecino ha querido entrar a recoger sus pertenencias.