LA VIDA ES RARA. Hace un par de semanas Rajoy -y el Partido Popular- tenían ante sí un panorama más que negro; los conflictos se apretujaban en la sala de espera del despacho de Génova y aquello era un sinvivir. Quien esto escribe creía necesario y urgente un puñetazo sobre la mesa del presidente del PP y a cambio sólo obtuvo una frase lacónica muy "rajonyana": Santo Job, solo ha habido uno.

El viernes todos los capitostes del partido de la oposición seguían en sus trece y en sus guerras. Solo el escándalo de Santa Coloma desplazaba al caso Gürtel de las primeras páginas de los periódicos pero esto, sin ser poco, no apagaba las hogueras de las muy variadas vanidades. Y entonces entró el otoño-otoño por Galicia y las temperaturas descendieron de golpe. Debió ser el frío o la bendita lluvia o que las baterías de los móviles se agotaron varias veces en las 48 horas del "finde". Algo pasó sin duda porque la semana la empieza Rajoy con un casi nuevo PP en Valencia, un casi seguro presidente de Caja Madrid consensuado y una ventaja importante en la intención de voto de los españoles según el CIS. Y todo esto sin que aún hubiera llegado ese martes en el que Rajoy había anunciado quién sabe si truenos y relámpagos. ¿Tantos temen la ira de los mansos? ¿Tantos se repliegan ante sólo la confesión/advertencia de que el Santo Job no se ha reencarnado precisamente en Rajoy?

En política es difícil creer en los milagros y casi nada ocurre por casualidad. Pero haya pasado lo que haya pasado, es importante que estos sean los resultados. La pregunta que uno se hace es ¿y por qué ha dejado que la madeja se liara tanto? Es posible que el vicealcalde de la capital sea el pagano de que Rato llegue a la presidencia de Caja Madrid, pero la verdad es que se lo ha ganado a pulso. Y es posible que Camps haya salido de su autismo regañado por un Rajoy que tras lo ocurrido en Valencia ha sido más padre que jefe para el presidente de la Comunidad Valenciana. También es posible un cierto ataque de cordura por parte de todos, pero eso resulta difícil de aceptar en política. Ya veremos.

La cosa es que si hace una semana todo pintaba negro para un PP a la baja, hoy el PSOE sólo puede alardear de que ellos caducan a sus corruptos antes que el PP, pero todos sabemos que el problema no es la caducidad sino la corrupción y el descrédito de una cierta clase política podrida que preocupa más a los españoles que el terrorismo. Así las cosas y ante un panorama del todo desolador en ese sentido, no estaría de más que ya todos -los dos partidos- más equilibrados en sus pequeñas y puntuales miserias, hicieran algo para devolver un poco de confianza a la sociedad. Salvar la crisis y evitar la corrupción es tarea de todos y a día de hoy es lo que todos les exigimos.