Un funeral emotivo y masivo, en el que el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez, pidió "un no rotundo e inequívoco al terrorismo, con la cabeza y el corazón, en la conciencia y en la calle", despidió ayer al inspector de policía Eduardo Antonio Puelles, asesinado el pasado viernes por ETA en la localidad vizcaína de Arrigorriaga.

Blázquez dirigió la ceremonia en una abarrotada iglesia de San José, en el centro de Bilbao, con la presencia de los Príncipes de Asturias, la viuda y los dos hijos de Puelles, a los que el prelado manifestó su condolencia y "la solidaridad de todos. No estáis solos", subrayó.

La emoción contenida presidió el funeral, en el que los abrazos de condolencia unieron a la familia, los Príncipes y los cientos de presentes en la iglesia de San José, que estuvo repleta.

La celebración comenzó puntual, a las 13:00 horas, cuando entró en la iglesia una agente de la Policía Nacional que portaba en una bandeja de plata la gorra del agente asesinado y la bandera española que cubrió el féretro mientras estuvo expuesto en la capilla ardiente.

Tras la agente, entraron los restos mortales en hombros de ocho agentes, dos de cada cuerpo policial: Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza y Policía Municipal de Bilbao. Detrás iba la viuda Francisca y sus hijos, Rubén y Asier, además de la madre y los hermanos del inspector.

Cuando el féretro y las coronas de flores fueron colocados ante el altar, Don Felipe y Doña Letizia se acercaron a la viuda, hijos y hermanos, a quienes abrazaron y dedicaron unas palabras de consuelo que la familia recibió entre lágrimas. Los Príncipes arroparon también a algunos de los compañeros de Puelles del Cuerpo Nacional de Policía.

Durante la homilía, el obispo pidió a la sociedad que continúe "con paso firme en el camino que conduzca a la desaparición de ETA, que tanto daño nos ha causado. Apoyamos a las autoridades en el recorrido, siempre difícil y a veces muy doloroso, hasta alcanzar plenamente una convivencia libre y segura para todos".

Unas horas antes de la manifestación convocada en Bilbao en repulsa del atentado, el prelado dijo que "debemos decir todos un no rotundo e inequívoco al terrorismo, con la cabeza y el corazón, en la conciencia y en la calle, personalmente cada persona y unidos como ciudadanos. La unidad clara y perseverante contra la organización terrorista es condición eficaz para vencerla pronto", insistió.

Tras los bancos de la familia se sentaron los representantes institucionales, como la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega y el lehendakari, Patxi López, además de los presidentes del Senado, Javier Rojo, y del Parlamento vasco, Arantza Quiroga.

La iglesia estaba repleta de centenares de ciudadanos, muchos de los cuales siguieron el acto de pie en los pasillos, en silencio.

Manifestación

Al final, cuando sonó el "Agur Jaunak", un himno vasco de respeto, para despedir al fallecido, algunos ciudadanos no pudieron contener las lágrimas.

Al acabar la ceremonia, la viuda, en un último adiós a su marido, en el pórtico del templo, acarició con su mano la caja mortuoria.

Antes de que partieran, los Príncipes despidieron, con abrazos emocionados, a la viuda del agente, sus dos hijos, su madre y demás familiares, aplaudidos por los cientos de personas que esperaron en el exterior de la iglesia.

Por la tarde, miles de ciudadanos, alrededor de 25.000, según la Policía Municipal, tomaron parte en Bilbao en la manifestación de repulsa por el asesinato de Antonio Puelles, que se convirtió en una ovación continua a su familia y a las demás víctimas de ETA.

La marcha estuvo encabezada por una pancarta con el lema "Por la libertad-Askatasuna, ETA No" portada por los hermanos del policía asesinado y otros familiares de víctimas. Tras la misma marcharon también los dos hijos de Puelles, Rubén y Asier.

Junto a ellos marcharon Íñigo (hijo del empresario Inaxio Uria), Carmen Hernández (viuda del edil del PP Jesús María Pedrosa), Marian Romero (viuda del ex edil socialista Isaías Carrasco) o Marian Ziarrusta (viuda del empresario Joxe María Korta).

Para cerrar el acto, el lehendakari se dirigió a los congregados, que abarrotaban la explanada frente al ayuntamiento, y advirtió a los terroristas de que "se acabó la impunidad, se acabó la arrogancia de quienes utilizan el argumento del amparo de la capucha".

López comenzó su intervención leyendo un poema en euskera, escrito por él mismo, en el que pidió que se junten las voces "para decir todos a una, ETA no".