Mucho se ha escrito y hablado sobre la situación en la que se encuentra el edificio de la Mesa Mota, que continuamente es violentado sin que el Ayuntamiento de La Laguna, el responsable de la instalación que se encuentra en estado de semiabandono, pueda evitarlo. Si la semana pasada los gamberros echaron abajo uno de los accesos que estaban tapiados para evitar riesgos, una semana después las cosas continúan igual.

Es precisamente esta circunstancia la que nuevamente vuelve a alertar a los vecinos que se desplazan al área recreativa cada fin de semana ante el temor de que los menores acompañantes puedan entrar en el inmueble. "Al final los niños son niños, y ya se sabe...", dicen. ¿Pero a qué se enfrentan realmente los más pequeños y las personas independientemente de su edad que se adentran en el edificio?

Pues todo lo que se puede encontrar en un edificio en ruina. Y esto es mucho. Llama la atención que cada una de las escaleras que conectan los distintos niveles del edificio (un total de cuatro) se encuentran sin pasamanos, lo que incrementa la peligrosidad porque un resbalón puede suponer una caída, en el mejor de los casos, de dos metros de altura. Solo quedan los agujeros en los que hace ya bastante tiempo estaban fijadas las barandillas.

Por otra parte, los huecos de los ascensores están a la vista y las caídas pueden ser brutales porque la base de las cajas está desplazada hacia arriba o hacia abajo, quedando a mitad de nivel. En cualquier caso, otro auténtico peligro si se está cerca y no se tiene cuidado. Ni qué decir que cuando cae el sol es otra trampa mortal.

Los gamberros también han dejado sus huellas por todas partes. Desde hace años la rotura de cristales, muros, puertas, varillas metálicas y otros elementos se han convertido en deporte nacional y esos restos han quedado a mano de menores o cualquier persona.

Ahora toca que no se tenga que lamentar una desgracia por la facilidad del acceso y los riesgos del interior del inmueble.