Andrés Pérez, presidente de la asociación de vecinos de San Lázaro desde hace dos años, pero con más de veinte en la lucha vecinal, lo tiene claro: el haber sido un barrio reivindicativo, impertinente para el poder, si se quiere, les ha pasado factura.

Solo así se explica que, con más de dos décadas de lucha vecinal, no dispongan aún de algo tan básico como un local social. Con suerte, porque aún no se fían en el barrio, en agosto comenzará la primera fase del que será el futuro lugar de reunión de los vecinos, en unos terrenos municipales que están junto al pequeño polideportivo, sin techo y servicio tan esencial como urinario, que sirve de escape a jóvenes de la zona.

De construirse, sería el final de un camino que se inició en un local particular de la calle Jara, por el que aún están pagando varios miles de euros que, según asegura Andrés, se comprometió a abonar el ayuntamiento (con Ana Oramas de alcaldesa), pero que siguen sufragando los vecinos. Ahora existe un compromiso del actual regidor, Fernando Clavijo. aunque no se ha llevado a efecto.

Un consistorio, el de La Laguna, con el que el presidente vecinal celebra que se haya recuperado el diálogo directo, un camino por el que se debió haber transitado desde hace años, porque es la "mejor solución" para llegar a consensos. La razón no ha sido otra que la lucha por el Plan General de Ordenación.

Por sus terrenos golosos, San Lázaro, a caballo entre el aeropuerto Tenerife Norte y la gran ciudad, se había convertido en blanco para el crecimiento futuro del municipio. Pero la fuerza vecinal lo paró. ¿Por qué? El dirigente vecinal lo precisa: "Queremos ser los que digamos cómo queremos nuestro barrio". (En una casa cercana se escucha el trinar de un canario). "Y el que quiera cemento y hormigón...".

Y no es que los vecinos de San Lázaro rechacen el progreso. En absoluto. "La vida tiene un proceso, y lo que no se puede hacer es aplicar la ley del culturista: si quiero más musculación tiro de anabolizantes", ironiza Andrés. "Eso puedes hacerlo donde quieras con tu dinero, pero no con el nuestro", subraya. "Poco menos que querían convertir San Lázaro en una macrociudad", asegura.

Ese carácter rebelde de este barrio lagunero que marcó Manolo Gil y que ahora ha heredado Andrés lo resume el actual presidente vecinal: "Siempre hemos sido y seremos autónomos, independientes y críticos cuando tengamos que serlo". "Y apolíticos", aclara.

Un ejemplo: se conformaban con un contenedor para reunir a la asociación. Como no fue posible, las reuniones se están haciendo en las casas de cada uno de los miembros del colectivo.

Fruto del trabajo y la colaboración vecinal, en la entrada a San Lázaro por el aeropuerto luce hoy (se inauguró el pasado 30 de mayo) una antigua trilladora restaurada, donada por la familia Ramos. Recuerda que San Lázaro fue un barrio de agricultores, en el que aún hoy muchos siguen viviendo del sector primario. Los campos sembrados de trigo y el ganado en las huertas así lo demuestran. Y como ejemplo del carácter de sus vecinos, un detalle. Obligaron al arquitecto municipal a modificar el recinto habilitado para tan importante artilugio por no reunir las características que ellos pretendían. Y aunque el trabajo final tampoco los dejó satisfechos, por lo menos dejaron clara su postura.