La superiora del convento de Santa Catalina de Sena, sor María Cleofé López Lantigua, informó el lunes que se necesitaba un milagro demostrable para que la Sierva de Dios, que lleva 280 años incorrupta, pueda ser beatificada.

Este periódico encontró ayer un testimonio de alto valor de un milagro realizado por la popular religiosa. Pero no fue en la calle, donde, a las 10:30 horas, ya había una cola de más de 300 metros de longitud, con unas 2.000 personas esperando llegar para ver a Sor María de Jesús en su sarcófago, pedirle favores, rezarle y ofrendarle limosnas y ramos de flores. Entrada la noche se calculaba que más de 50.000 personas habían visitado a la Sierva de Dios.

El hecho se produjo en la parte trasera del monasterio, concretamente en el torno donde unas 50 personas esperaba para que las monjas pasaran por el cuerpo de la Sierva de Dios objetos personales o botellas de agua para que fueran impregnados de la santidad de la monja incorrupta.

Entre esas personas estaba María Dolores Martín González, que había venido de la isla de La Palma para agradecer a Sor María de Jesús el favor concedido, que lo explicó en los siguientes términos. "Un día mi madre, Arabia, cayó gravemente enferma, afectada de un carcinoma, por lo que decidí viajar a La Laguna para pedir por ella ante esta Siervita a la que nunca había visto ni en fotos pero sí la conocía de oídas. La noche anterior, me quedé en casa de unos amigos en La Laguna. A eso de las doce de la noche, estando acostada, se me apareció una mujer con un hábito de monja e iba descalza. Me asusté muchísimo. Al día siguiente, cuando llegué al convento, antes de entrar, me dieron una estampa de Sor María de Jesús, y al verla me di cuenta que era la misma religiosa que se me había aparecido aquella noche inolvidable".

María Dolores Martín dijo que, después de rezarle a la Sierva de Dios, su madre se curó de la grave enfermedad. Los médicos la habían desahuciado y le dijeron a su hija que la extraña cura se tenía que deber a un milagro, ya que otras explicación no había.

Se da la circunstancia de que María Dolores Martín también tiene cáncer, pero la sonrisa y las ganas de vivir eran una constante ayer en su rostro. Se acercó al torno para entregar a las monjas una medalla, unas botellas de agua y sus libros de las oposiciones que prepara del Servicio Canario de Salud para que todo ello fuera pasado por la Siervita.

Por la tarde, los alcaldes de La Laguna y El Sauzal hicieron una ofrenda floral ante el sarcófago de la Siervita de Dios.

Otra visita a destacar fue la de los alumnos del CEIP de Vilaflor, con su profesora, Sisi Álvarez Arvelo, al frente de los chicos.