Después de preguntar a los dueños de los comercios ubicados en las calles de La Carrera y Herradores, EL DÍA constató que los miles de personas que se han desplazado desde el día 9 a La Laguna, con motivo de la visita de la Virgen de Candelaria, lo han hecho por motivos de fe, empleando el tiempo, principalmente, en admirar a la imagen y rezarle.

Sólo una minoría de pequeños negocios y los más próximos a la iglesia de La Concepción son los que han visto incrementadas sus ventas.

El primero de ellos, y en sentido hacia la referida iglesia, es la antigua dulcería La Princesa, donde acude mucha gente a tomarse un dulce o a llevarse la tarta especial elaborada por el dueño de dicho negocio, Otto Rapp. Consiste en una torta, de un centímetro de altura, hecha de mazapán, con la imagen de la Virgen de Candelaria pintada con chocolate.

El kiosco de Alberto y el estanco Castillo han vendido, pero un poco más que antes, sobre todo golosinas.

La antigua librería El Águila, a pesar de dedicar todo su escaparate a ediciones sobre la Patrona de Canarias, ha vendido igual que antes, a no ser por algún ejemplar que se ha llevado sobre la Morenita.

La Casa de Los Balcones ha vendido más que nunca imágenes de la Virgen de Candelaria, rosarios y toda clase de recuerdos donde se reproduzca a la Morenita.

El bar Pedro, con el sabor tradicional de su casa antigua donde se ubica y frente a la iglesia, se desborda a diario para tomar cafés, cortados, cervezas y bocadillos.

En el bazar Raquel, curiosamente el público ha entrado más que nunca para comprar lotería.

El número uno en ventas ha sido el puesto de turrones de Santa Rosa de Tacoronte, donde Candi Rodríguez, con su simpatía, dijo que las ventas han rebasado los límites establecidos y tienen que hacer a diario turrones.

Dado que la visita de la Virgen no ha repercutido en la venta por la crisis, al menos el público ha adoptado por endulzar el paladar con dulces, turrones o cortados.

Lo último era saber si la gente que acude de forma masiva come en la ciudad. Pues sí lo hace. El restaurante más antiguo y que supera el siglo, a unos 500 metros de la iglesia de La Concepción, que se llama Casa Maquila, es frecuentado a diario por los visitantes para almorzar. Antonio Cabrera, su dueño, dijo que la visita de la Virgen lo ha beneficiado.

Un camarero, que prefirió no dar su nombre, dijo: "Hay que ver cómo es la vida, pues hay que traer a la Virgen para vender más y al Rey de España para que la ciudad esté más limpia".