CON OTRA CARA va a afrontar el Canarias el partido de mañana ante el Valencia. El triunfo en la pista del Cajasol, la semana pasada, ha mitigado, en mucho, la carga de ansiedad que se estaba acumulando en la entidad aurinegra.

Una ansiedad que se exteriorizaba más en el entorno que en el seno de los protagonistas. Alejandro Martínez, desde temporadas muy pretéritas, siempre se ha caracterizado por manejar un discurso de mucha prudencia en momentos malos y en los de bonanza. Y ha sido un aspecto que se ha extendido históricamente por todo el Club.

Parece haber pasado lo peor por aquello de no verse con el casillero de victorias a cero. Pero nadie debe distraerse de las dificultades que va a tener esta plantilla para sumar victorias en una competición en la que parte con no poca desventaja presupuestaria y que tendrá que ir disimulando con otros valores.

Sin ir más lejos, el Valencia es otro de esos conjuntos que lleva invirtiendo un gran capital cada temporada para tratar de colarse entre los mejores de la liga. Juega competición europea y posee una plantilla muy completa que hace un baloncesto muy determinado en su filosofía, marcada por las características que desarrollaba su entrenador en la época en la que se vestía de corto.

Juego muy rápido en el perímetro, con una excelente circulación de balón y con amenazas múltiples en las manos de Markovic, Rafa Martínez, Pau Ribas, Rodrigo San Miguel, Chris Quinn o el propio Justin Doellman quien, aun mostrándose algo irregular hasta el momento, tiene sobrada capacidad para desequilibrar momentos de atasco.

El interior cuenta con mucho físico personificado en Faverani y Lischuck a los que se suma la polivalencia de Pietrus o de Dubljevic. En definitiva, una plantilla más que completa que justifica su tercer puesto actual en la clasificación y su liderato de grupo en la competición europea.

Lo peor, esa ansiedad por ganar el primer partido, parece haber pasado. Ahora sería ideal aprovechar los dos encuentros seguidos en casa para dar otro salto cuantitativo en la clasificación. La exigencia sigue siendo máxima.