El peor de los presagios sobre el doble desplazamiento de Liga y Copa del CD Tenerife se cumplió ayer cuando la expedición blanquiazul perdió su enlace de Madrid a Alicante. La compañía Iberia, que no esperó diez minutos por 32 pasajeros, dio con la puerta de embarque en las narices a los insulares y pasó al grupo al vuelo de las 21:45 horas. Siete horas de espera en el aeropuerto de Barajas y, por consiguiente, siete horas de retraso en su llegada a Cocentaina, una localidad próxima a Alcoy, donde se aloja desde anoche el equipo tinerfeño.

El día fue largo para los 28 componentes del grupo blanquiazul (21 jugadores, tres técnicos, el fisioterapeuta, el utillero, el delegado y el jefe de expedición). A las 8:00 horas partían desde el hotel Eurostars Auriense hacia la Ciudad Universitaria de Orense, lugar del entrenamiento de recuperación previsto. Después de una hora de trabajo, ducha rápida y a la guagua para cubrir la hora de trayecto hasta el aeródromo de Vigo. Ahí empezaron los problemas. Unos 35 minutos de retraso en la salida y 20 más en la llegada por "congestión en el tráfico aéreo" de Barajas propiciaron el desastre.

Las carreras hasta la puerta H28 sirvieron de poco. Allí, dos miembros del personal de Iberia negaron el paso a los jugadores del Tenerife. El avión estaba en tierra, pero el comandante había dado por cerrado el embarque. Los expedicionarios insulares se pusieron en manos de Víctor Padrón, que se encargó de gestionar el cambio. En el siguiente, previsto para las 18:00 horas, no había plazas. Pero sí en el último de la jornada hacia Alicante, que salía a las 21:45.

Al llegar a Alicante, tocaba recoger todos los bultos y cubrir por carretera los casi 71 kilómetros que separan el aeropuerto de Cocentaina. "Salir desde el sábado de Tenerife y con todos los enlaces que hemos tenido, pues la verdad es que cansa, pero hay que pensar en sacar el partido adelante y no en el viaje", decía Aridane horas antes.